La guerra comercial entre Estados Unidos y China: un conflicto que redefine la economía global después de un año de tensiones

La guerra comercial entre Estados Unidos y China: un conflicto que redefine la economía global después de un año de tensiones
Economía
Macroeconomía
2025-11-30
Fuentes
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- Persistencia del conflicto arancelario pese a señales contradictorias.

- Impactos globales evidentes en mercados y crecimiento económico.

- Visiones encontradas entre optimismo oficial y advertencias de expertos.

En el transcurso del último año, la guerra comercial entre Estados Unidos y China ha dejado de ser un choque de declaraciones para convertirse en un fenómeno con consecuencias palpables y duraderas en la economía global. El conflicto comenzó con la imposición de aranceles que han escalado hasta niveles sin precedentes, como el aumento al 125% en productos estadounidenses anunciado por China en abril de 2025. Sin embargo, pese a esta escalada, la administración estadounidense encabezada por Donald Trump mantuvo un discurso inquebrantable de optimismo, afirmando que "Lo estamos haciendo realmente bien".

Este relato oficial contrasta con la realidad que muestran los mercados y los análisis internacionales. La caída sostenida en los índices bursátiles y la depreciación del dólar han sido indicadores claros de la tensión económica que atraviesa la superpotencia. A nivel global, organismos como la Organización Mundial del Comercio y economistas de renombre han alertado sobre riesgos de recesión, presiones inflacionarias y una desaceleración en el crecimiento mundial.

Desde una perspectiva política, el conflicto ha profundizado las divisiones internas en Estados Unidos. Sectores empresariales y algunos legisladores han expresado preocupación frente a la estrategia arancelaria, argumentando que perjudica a la competitividad y a los consumidores. Por otro lado, grupos alineados con la postura proteccionista ven en estas medidas una defensa necesaria frente a prácticas comerciales consideradas desleales por China.

En China, la respuesta no solo ha sido económica sino también política y simbólica. El aumento de aranceles y la retórica oficial reflejan una estrategia de resistencia que busca no solo contrarrestar las medidas estadounidenses, sino también consolidar un discurso nacionalista interno.

En Chile y América Latina, las repercusiones no han sido menores. El impacto en las cadenas de suministro y el aumento en los precios de materias primas han tensionado economías emergentes, que enfrentan ahora un escenario global más incierto y volátil. Expertos locales señalan que la región debe replantear sus estrategias comerciales y diversificar mercados para mitigar riesgos.

Este enfrentamiento comercial, lejos de ser un episodio pasajero, ha reconfigurado las reglas del juego económico mundial. La tensión entre el optimismo oficial y las señales de alarma de diversos actores genera una disonancia cognitiva que invita a la reflexión crítica. Lo que queda claro, tras un año de conflicto, es que ni Estados Unidos ni China pueden sostener indefinidamente una guerra comercial sin costos profundos, y el resto del mundo observa con atención las consecuencias de esta partida de ajedrez geoeconómica.

Las verdades constatan que el conflicto ha erosionado la confianza en el comercio internacional y ha puesto en evidencia la fragilidad de las interdependencias económicas. Las consecuencias visibles apuntan a un replanteamiento de las políticas comerciales y a la necesidad urgente de mecanismos multilaterales que permitan gestionar estas tensiones. En última instancia, la guerra comercial ha demostrado que en la economía global contemporánea, las disputas bilaterales tienen efectos que trascienden fronteras y requieren un análisis profundo y plural para comprender sus alcances y desafíos.