
Un acuerdo que trasciende décadas de tensión histórica. El 10 de abril de 2025, Chile y Bolivia sellaron un compromiso para fortalecer la lucha contra el narcotráfico y delitos conexos, durante la XIII Comisión Mixta sobre Drogas y Delitos Conexos realizada en Santa Cruz. Este encuentro marcó un hito en la relación bilateral, caracterizada por la ausencia de relaciones diplomáticas formales desde 1978 y las heridas abiertas por la demanda marítima boliviana ante la Corte Internacional de Justicia, resuelta en 2018.
La cooperación se traduce en el fortalecimiento del intercambio de información, operativos conjuntos y la consolidación de Equipos Conjuntos de Investigación (ECI). 'La complejidad del narcotráfico trasciende nuestras fronteras, ningún país puede enfrentar este desafío de manera aislada', afirmó Roger Mariaca, fiscal general del Estado boliviano, enfatizando la voluntad política y la confianza mutua como bases del acuerdo.
Perspectivas en tensión: optimismo y escepticismo
Desde el oficialismo chileno, la alianza se presenta como un avance pragmático que prioriza la seguridad y la justicia sobre las disputas históricas. El Ministerio Público chileno y organismos como Carabineros y la PDI han reforzado su compromiso en este trabajo conjunto, destacando la importancia de la cooperación transfronteriza para desarticular redes criminales.
Sin embargo, sectores críticos recuerdan que la ausencia de relaciones diplomáticas formales limita la profundidad y alcance de estos acuerdos. Algunos analistas advierten que, si bien la cooperación en narcotráfico es positiva, no debe ocultar la persistencia de tensiones políticas y sociales que podrían entorpecer la implementación efectiva de las medidas.
En Bolivia, la postura oficial es de cauteloso optimismo. 'Este trabajo conjunto no solo combate el crimen, sino que abre una puerta para mejorar las relaciones con Chile en otros ámbitos', señaló un representante del Ministerio de Defensa Social boliviano. No obstante, voces de la sociedad civil y expertos en relaciones internacionales recuerdan que la demanda marítima sigue siendo un tema sensible que condiciona la confianza bilateral.
Contexto histórico y consecuencias visibles
La historia de Chile y Bolivia está marcada por la pérdida del acceso soberano al océano Pacífico para Bolivia tras la Guerra del Pacífico (1879-1883). Desde entonces, la relación ha oscilado entre confrontación y diálogo limitado. En 2013, Bolivia llevó su reclamo ante la CIJ, que en 2018 falló en contra de la obligación de Chile de negociar un acceso soberano. Este fallo no cerró la puerta al diálogo, pero sí definió un escenario de complejidad para las relaciones bilaterales.
La cooperación en materia de seguridad y narcotráfico, impulsada desde 2024 y materializada este año, representa una estrategia pragmática para enfrentar un problema común que afecta la estabilidad y desarrollo de ambas naciones. El intercambio de información, la persecución estratégica del crimen organizado y la prevención del lavado de activos constituyen avances concretos que podrían fortalecer la gobernabilidad en la región fronteriza.
Conclusiones y desafíos a futuro
Este acuerdo es un ejemplo de cómo intereses compartidos pueden superar obstáculos históricos, pero también evidencia las limitaciones de una relación bilateral sin canales diplomáticos plenos. La eficacia de la cooperación dependerá de la voluntad política sostenida, la transparencia en la ejecución de operativos y la inclusión de actores sociales que aporten a la construcción de confianza.
En definitiva, la alianza contra el narcotráfico entre Chile y Bolivia es un paso significativo, aunque insuficiente para resolver las complejas tensiones que persisten. La narrativa que emerge es la de un esfuerzo conjunto que enfrenta un enemigo común, mientras las sombras del pasado siguen proyectándose sobre el presente.
Este episodio invita a reflexionar sobre la capacidad de los países para priorizar la seguridad y justicia en un contexto de rivalidades históricas, y sobre cómo estos acuerdos pueden sentar las bases para un diálogo más amplio y constructivo en el futuro.
Fuentes: Cooperativa.cl, declaraciones oficiales de fiscalías de Chile y Bolivia, análisis de expertos en relaciones internacionales y seguridad regional.
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