
Un cielo casi vacío y una tensión que crece. Desde el 21 de noviembre de 2025, el espacio aéreo venezolano se ha convertido en un escenario de confrontación directa entre Estados Unidos y el gobierno de Nicolás Maduro. La advertencia de la Administración Federal de Aviación (FAA) estadounidense sobre la peligrosidad de sobrevolar Venezuela, seguida por un anuncio del expresidente Donald Trump en la red Truth Social sobre un cierre total del espacio aéreo venezolano, marcó el inicio de una crisis que ha dejado a cientos de viajeros varados y a la aviación comercial internacional en un limbo.
Las aerolíneas Iberia, Plus Ultra, Air Europa, Avianca, Turkish Airlines y otras suspendieron sus vuelos hacia y desde Venezuela. En respuesta, Caracas revocó permisos a varias compañías, restringiendo aún más la conectividad aérea. Actualmente, solo operan vuelos Copa, Wingo, Boliviana de Aviación y las estatales Conviasa y Avior.
El pulso de poder en el aire
Para Washington, esta medida forma parte de una estrategia más amplia, la llamada Operación Lanza del Sur, que busca presionar al régimen chavista y controlar el narcotráfico en la región. El despliegue del portaaviones USS Gerald R. Ford y miles de militares en el Caribe refuerzan la idea de un aumento de la presión militar y diplomática.
“El hemisferio occidental es la vecindad de Estados Unidos, y la protegeremos”, declaró Pete Hegseth, secretario de Defensa estadounidense, enfatizando el carácter estratégico del cerco.
Desde Caracas, la respuesta ha sido enérgica. El ministro de Defensa Vladimir Padrino publicó un video con maniobras militares aéreas, acompañado de un mensaje claro: “Estamos listos para dar respuesta a cualquier agresión contra nuestro pueblo y soberanía. ¡Golpear y vencer!” La vicepresidenta Delcy Rodríguez anunció un plan especial para repatriar a venezolanos varados, acusando a la oposición y a Washington de coordinar el bloqueo.
Perspectivas encontradas
En la región, la crisis ha generado alarma y división. El presidente colombiano Gustavo Petro condenó el cierre aéreo como ilegal y pidió la intervención de organismos internacionales como la OACI y la Unión Europea, advirtiendo que la soberanía nacional no puede ser vulnerada arbitrariamente.
Por otro lado, gobiernos como el brasileño de Luiz Inácio Lula da Silva expresan preocupación por una posible escalada bélica y sus consecuencias humanitarias, recordando que un solo incidente podría desencadenar un conflicto mayor.
Impactos y consecuencias visibles
El aislamiento aéreo no es solo un gesto simbólico o militar; tiene efectos palpables en la vida cotidiana. En vísperas de las festividades navideñas, cientos de venezolanos permanecen varados en aeropuertos internacionales, como en Madrid y Panamá, mientras que vuelos regulares desde Estados Unidos han sido suspendidos.
Además, el turismo, especialmente desde Rusia hacia la isla Margarita, se ha detenido, afectando una fuente importante de divisas para el país.
Verdades y certezas
Este episodio confirma que el espacio aéreo puede ser un instrumento de presión geopolítica en conflictos internacionales, especialmente cuando se combina con despliegues militares y sanciones económicas.
La unilateralidad de Estados Unidos en esta medida ha generado rechazo en la comunidad internacional y ha evidenciado la fragilidad de la soberanía venezolana en el actual contexto de confrontación.
Para Venezuela, la crisis aérea agrava un aislamiento que ya venía en aumento y complica la movilidad de sus ciudadanos, tanto dentro como fuera del país.
Finalmente, la región enfrenta una encrucijada: mientras algunos temen una escalada militar que podría desbordar la crisis humanitaria, otros apuestan a la diplomacia para evitar que el cielo venezolano se convierta en un campo de batalla abierto.
Este conflicto aéreo es, en suma, un reflejo palpable de las tensiones que atraviesan América Latina, donde las disputas por la influencia, la soberanía y los derechos humanos se juegan también en las alturas.
2025-11-28