
En abril de 2025, el expresidente estadounidense Donald Trump sorprendió al mundo al anunciar la reversión parcial de los aranceles impuestos semanas antes a sus socios comerciales, exceptuando a China. Este movimiento, que implicó una pausa de 90 días en las tarifas, se produjo en medio de un escenario global marcado por la volatilidad económica y la incertidumbre geopolítica.
Desde entonces, la medida ha generado un complejo juego de tensiones y oportunidades para Chile, país altamente dependiente del comercio exterior y con vínculos estrechos con Estados Unidos y China, los dos gigantes que protagonizan esta disputa.
El giro de Trump ha sido interpretado de formas diametralmente opuestas. Por un lado, sectores conservadores en EE.UU. y algunos grupos empresariales celebraron la pausa como una señal pragmática que evita un daño mayor a la economía estadounidense, especialmente en la industria manufacturera y agrícola. "Esta decisión es un reconocimiento tácito de que la guerra comercial estaba dañando a todos, incluso a quienes la promovieron", señaló un analista del Peterson Institute.
En contraste, otros actores políticos estadounidenses, especialmente demócratas y liberales, criticaron la medida por ser insuficiente y por mantener la presión sobre China, lo que podría prolongar la incertidumbre y afectar cadenas globales de suministro.
En Chile, el gobierno y el sector exportador han vivido esta dinámica con preocupación. El cobre, la fruta y el vino, pilares del comercio exterior chileno, enfrentaron fluctuaciones en sus precios y demanda durante los meses posteriores al anuncio. Algunos expertos señalan que la reversión parcial alivió tensiones, pero no eliminó riesgos estructurales para la economía nacional.
En la Región del Norte Grande, donde la minería es motor económico, la noticia fue recibida con cautela. Representantes de la industria minera expresaron que, aunque la pausa en aranceles redujo la presión inmediata, la incertidumbre sobre futuros movimientos en la política comercial estadounidense sigue siendo un factor de riesgo. "Necesitamos estabilidad para planificar inversiones a largo plazo", comentó un ejecutivo de una gran minera.
Por otro lado, pequeñas y medianas empresas exportadoras de frutas y productos agrícolas en la Región Metropolitana y del Maule reportaron que la volatilidad en los mercados internacionales afectó sus contratos y proyecciones de ventas. Organizaciones gremiales han pedido al Estado chileno fortalecer acuerdos comerciales y diversificar destinos para mitigar impactos.
A seis meses de la reversión parcial de los aranceles, se puede concluir que:
- Los ciclos de política proteccionista en EE.UU. siguen siendo un factor central de incertidumbre para economías abiertas como la chilena.
- La dependencia de Chile en pocos mercados y commodities revela la necesidad de una estrategia más robusta de diversificación comercial y productiva.
- La política internacional, más allá de la economía, seguirá influyendo en la estabilidad de los flujos comerciales, lo que requiere un monitoreo constante y una diplomacia activa.
Este episodio pone en evidencia que, en un mundo interconectado, las decisiones de un actor dominante pueden desencadenar una cadena de efectos que trascienden fronteras y sectores, afectando desde grandes corporaciones hasta pequeñas comunidades exportadoras. La historia no termina aquí, pero su análisis pausado ofrece claves para entender el futuro de la economía chilena en un escenario global en permanente cambio.
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Fuentes: La Tercera, Peterson Institute, entrevistas a representantes mineros y gremiales chilenas.
2025-11-12
2025-11-12