Senado aprueba ley de convivencia escolar: ¿un nuevo capítulo para las escuelas chilenas?

Un paso decisivo en el Senado se concretó el pasado abril cuando la Comisión de Educación aprobó de forma unánime el proyecto de ley que busca transformar la convivencia escolar en Chile. Por 4 votos a favor y ninguno en contra, el texto avanzó en su segundo trámite constitucional, apuntando a la prevención del acoso, la discriminación y la violencia dentro de los establecimientos educacionales.

Este avance, sin embargo, es solo el inicio de una compleja batalla que enfrenta a distintos actores sociales y políticos, cada uno con una visión particular sobre cómo debe construirse un ambiente escolar seguro y respetuoso.

Un acuerdo político con matices

Desde la centroizquierda hasta la derecha, el consenso inicial refleja una voluntad compartida para abordar un problema que afecta a miles de estudiantes. Sin embargo, la unanimidad en la votación no elimina las diferencias en las prioridades y enfoques. Mientras sectores progresistas enfatizan la necesidad de fortalecer el enfoque en derechos humanos y la reparación de víctimas, voces conservadoras advierten sobre posibles excesos en la regulación que podrían limitar la autoridad de los docentes y la autonomía de las familias.

El senador Juan Pérez, del bloque opositor, señaló: "Este proyecto es un avance, pero debemos asegurarnos de que no se convierta en una herramienta que desproteja a los profesores frente a conductas disruptivas".

Impacto regional y social

Más allá del Congreso, la discusión se traslada a las comunidades educativas. En regiones, donde las brechas socioeconómicas son más evidentes, la implementación de la ley genera expectativas y preocupaciones. Directores de colegios rurales y urbanos coinciden en que la ley podría ser un instrumento valioso para mejorar el clima escolar, pero advierten sobre la necesidad de recursos y capacitación para que las medidas se apliquen con efectividad.

Por otro lado, organizaciones estudiantiles y de derechos humanos han celebrado la iniciativa, aunque mantienen la demanda de un enfoque integral que incluya salud mental y participación activa de los estudiantes en la construcción de normas.

Entre avances y desafíos

La ley de convivencia escolar promete un cambio cultural en el sistema educativo chileno, pero su éxito dependerá de la capacidad de articular políticas públicas, recursos y diálogo entre todos los actores involucrados. La experiencia de años anteriores muestra que sin un compromiso real y sostenido, las buenas intenciones pueden quedar en letra muerta.

Actualmente, el proyecto se encuentra en revisión para su discusión en Sala del Senado, donde se espera que los debates profundicen las diferencias y se definan las condiciones para su implementación.

Constataciones finales

Lo que está claro es que la convivencia escolar no es solo una cuestión de normas, sino un reflejo de las tensiones sociales y culturales del país. La ley aprobada en comisión es un paso necesario, pero insuficiente si no se acompaña de un cambio en la forma en que la sociedad chilena concibe la educación, la autoridad y el respeto mutuo.

Esta historia aún está en construcción, y su desenlace dependerá de la capacidad de los actores políticos, educativos y sociales para enfrentar sus diferencias y construir un proyecto común que beneficie a las nuevas generaciones.