
Un pulso entre gigantes que no cesa
El 9 de abril de 2025, el presidente estadounidense Donald Trump anunció la entrada en vigor de nuevos aranceles contra China. La medida desató una oleada de incertidumbre en los mercados globales y tensiones diplomáticas que, meses después, aún no encuentran un desenlace claro.
Tras la publicación, Trump llamó a la calma con un mensaje directo: "Be cool, es un buen momento para comprar". Esta frase, lejos de tranquilizar a todos, generó un efecto dividido entre optimismo especulativo y preocupación por una escalada comercial que podría afectar la economía mundial.
Divergencias en el terreno político y económico
Desde Washington, el gobierno defendió los aranceles como una herramienta necesaria para proteger la industria nacional y corregir desequilibrios comerciales históricos con China. “Es una medida estratégica para nivelar la cancha y asegurar empleos estadounidenses”, afirmó un alto funcionario cercano a la Casa Blanca.
En contraste, sectores empresariales y algunos analistas alertaron sobre los riesgos de una guerra comercial prolongada, que podría desacelerar el crecimiento global y aumentar la inflación. En Chile, exportadores y la industria minera observaron con cautela, conscientes del impacto que tendría un conflicto extendido en la demanda de materias primas.
Desde Beijing, la respuesta fue rápida y enérgica. “China tomará las medidas necesarias para defender sus intereses”, declararon portavoces oficiales, anunciando represalias arancelarias que alimentaron la incertidumbre.
Mercados y la volatilidad en la cuerda floja
A corto plazo, las bolsas mostraron una reacción mixta. El Dow Jones y el S&P 500 registraron leves alzas tras el llamado a la calma, mientras que el Nasdaq 100 sumó ganancias moderadas. Sin embargo, la volatilidad persistió, reflejando la tensión entre el optimismo de los inversores y la preocupación por un conflicto sin resolución.
El dólar superó la barrera de los $1.000 pesos chilenos, un síntoma de la incertidumbre global que afecta las monedas emergentes. El cobre, piedra angular de la economía chilena, fluctuó alrededor de los 4,20 US$/lb, en un mercado marcado por la cautela.
Voces desde la región: entre el pragmatismo y la inquietud
En América Latina, los gobiernos enfrentan el desafío de navegar en medio de esta disputa. Chile, con su fuerte dependencia del comercio internacional y de China como principal socio, observa con atención cómo se desarrollan los acontecimientos.
“La guerra comercial nos obliga a diversificar y fortalecer nuestras cadenas productivas para no depender exclusivamente de un solo mercado”, comentó un experto en relaciones internacionales de la Universidad de Chile.
Por otro lado, sectores sociales y sindicatos expresaron su preocupación por el posible impacto en el empleo y las condiciones laborales, especialmente en industrias exportadoras.
Conclusiones a la luz del tiempo
A más de siete meses desde la imposición de los aranceles, queda claro que el conflicto comercial entre EE.UU. y China es un escenario complejo y en evolución. Las declaraciones de Trump, aunque buscaban apaciguar los mercados, no han logrado disipar las tensiones subyacentes.
La disputa ha puesto en evidencia la fragilidad de las cadenas globales y la necesidad de estrategias de adaptación en economías dependientes del comercio internacional. En Chile, la experiencia invita a un debate más profundo sobre la diversificación económica y la resiliencia frente a shocks externos.
Lejos de un cierre definitivo, esta historia sigue desplegándose con múltiples actores y narrativas contrapuestas, que obligan a una mirada crítica y reflexiva sobre el futuro de la economía mundial y sus impactos locales.
2025-11-12
2025-11-12