Venezuela denuncia violación de soberanía aérea tras anuncio de Trump: un choque de narrativas y poder en el Caribe
Un mensaje, un territorio y una disputa que trasciende el aire. El 29 de noviembre de 2025, el expresidente estadounidense Donald Trump publicó un mensaje en su red social Truth advirtiendo que el espacio aéreo venezolano "permanecerá cerrado en su totalidad" para aerolíneas, pilotos, narcotraficantes y traficantes de personas. Esta declaración, sin respaldo legal ni autoridad reconocida, detonó una crisis diplomática que ha escalado en las últimas semanas, poniendo en el centro del debate la soberanía territorial, la seguridad hemisférica y el impacto económico en la región.
El reclamo venezolano: soberanía y seguridad en jaque
El 30 de noviembre, el ministro de Transportes venezolano, Ramón Velásquez Araguayán, denunció ante la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI) que la acción de Trump constituye una "violación de su soberanía" y un atentado contra la seguridad en el hemisferio. Velásquez enfatizó que solo la Autoridad Aeronáutica Nacional (INAC) tiene facultades para regular el espacio aéreo venezolano, y rechazó cualquier intento extranjero de sustituir esa jurisdicción.
Desde Caracas, el discurso oficial acusa a la administración estadounidense de pretender intimidar a las aerolíneas internacionales que operan en Venezuela, afectando a compañías de países como Turquía, España, Portugal, Colombia, Brasil y Panamá. La medida ha provocado la suspensión y revocación de permisos a varias aerolíneas, generando un impacto económico palpable y una mayor tensión en un sector ya vulnerable.
La perspectiva estadounidense y la seguridad hemisférica
Por otro lado, la Administración Federal de Aviación (FAA) de Estados Unidos emitió semanas antes una alerta para extremar precauciones al sobrevolar Venezuela y el sur del Caribe, citando una "situación potencialmente peligrosa". Desde Washington, la narrativa oficial justifica las acciones como parte de la lucha contra el narcotráfico y el crimen organizado, que según ellos, utilizan estas rutas para sus operaciones.
Este enfoque ha sido respaldado por sectores políticos estadounidenses que consideran que la falta de control efectivo venezolano sobre su espacio aéreo representa un riesgo para la seguridad regional. Sin embargo, la forma unilateral y pública en que se comunicó el supuesto cierre ha sido criticada por expertos en derecho internacional y diplomacia como un acto provocador y sin base jurídica.
Voces regionales y ciudadanas: entre el temor y la incertidumbre
Desde América Latina, la reacción es diversa y compleja. Algunos gobiernos aliados a Caracas han expresado solidaridad con Venezuela, denunciando la injerencia estadounidense como una práctica imperialista que vulnera la soberanía nacional y la estabilidad regional.
Por su parte, sectores empresariales y ciudadanos afectados por la suspensión de vuelos manifiestan preocupación por las consecuencias económicas y sociales, especialmente en un contexto donde la conectividad aérea es vital para el comercio y el turismo.
En las calles venezolanas, la narrativa oficial se mezcla con el descontento de quienes enfrentan las restricciones de movilidad y la incertidumbre sobre la seguridad en el espacio aéreo.
El drama de las aguas caribeñas: muertes y denuncias
En paralelo, el presidente de la Asamblea Nacional venezolana, Jorge Rodríguez, anunció que hay venezolanos entre las víctimas de ataques militares estadounidenses a embarcaciones en el Caribe, que supuestamente transportaban drogas. "Nos hemos reunido con familiares de venezolanos asesinados en acciones ilegítimas e ilegales perpetradas por Estados Unidos", afirmó Rodríguez, anunciando la creación de una comisión parlamentaria para investigar estos hechos.
Desde septiembre, al menos 83 personas han muerto en estos operativos, que han generado una crisis humanitaria y diplomática adicional, sumando capas de complejidad a la ya tensa relación bilateral.
Constataciones finales: soberanía, seguridad y las sombras del poder
Este episodio revela las tensiones profundas que persisten en la región, donde la soberanía nacional choca con intereses geopolíticos y estrategias de seguridad hemisférica. La ausencia de un marco legal claro y consensuado para el control del espacio aéreo en zonas conflictivas expone vulnerabilidades y riesgos para la aviación civil y la estabilidad regional.
El choque entre Venezuela y Estados Unidos no solo es un enfrentamiento diplomático, sino un reflejo de las disputas por el control territorial, la legitimidad y la influencia en América Latina. Las consecuencias para la población y las empresas son palpables, y la incertidumbre persiste mientras ambas partes mantienen posturas irreductibles.
En última instancia, este conflicto pone en evidencia la necesidad urgente de diálogo multilateral, respeto a las normas internacionales y mecanismos efectivos para garantizar la seguridad sin sacrificar la soberanía.
Las próximas semanas serán clave para observar si la tensión se desescalará o si, por el contrario, la región será escenario de un enfrentamiento prolongado con impactos aún más profundos.