La crisis del sedentarismo infantil en Chile: un problema que ya no se puede ignorar

La crisis del sedentarismo infantil en Chile: un problema que ya no se puede ignorar
Salud y Bienestar
Salud pública
2025-11-30
Fuentes
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- Incremento sostenido del sedentarismo y uso excesivo de pantallas en niños y adolescentes.

- Desgaste emocional y físico con aumento de ansiedad, obesidad y enfermedades crónicas.

- Debate social y político sobre la responsabilidad entre familia, escuela y Estado para revertir la tendencia.

Un problema que crece sin pausa

En los últimos tres años, estudios internacionales y nacionales han documentado un deterioro alarmante en los hábitos de vida de niños y adolescentes, con una reducción significativa de la actividad física y un aumento en el tiempo dedicado a pantallas. En Chile, este fenómeno no es la excepción: las cifras muestran que más del 60% de los menores no cumple con la recomendación mínima de una hora diaria de ejercicio moderado o intenso, lo que se traduce en un impacto directo en su salud física y mental.

“La falta de actividad física no solo favorece el sobrepeso y la obesidad, sino que también incrementa el riesgo de enfermedades crónicas desde edades tempranas, como hipertensión y diabetes tipo 2”, advierte un informe reciente basado en datos de la Organización Mundial de la Salud y estudios locales.

Voces enfrentadas en la arena pública

Desde el ámbito político, las opiniones se dividen. Por un lado, sectores progresistas llaman a fortalecer las políticas públicas en materia de educación física y promoción de la salud, con énfasis en la equidad y el acceso a espacios seguros para la práctica deportiva en zonas vulnerables. Proponen además campañas masivas de concientización y la incorporación de programas integrales en las escuelas.

“Es imprescindible que el Estado asuma un rol activo y coordinado con las familias y las comunidades para revertir esta tendencia que amenaza el bienestar de las futuras generaciones”, afirma una representante de un partido de izquierda.

Por otro lado, voces conservadoras subrayan la importancia de la responsabilidad familiar y el autocuidado, alertando sobre el riesgo de una sobrecarga estatal y cuestionando la eficacia de intervenciones masivas. Algunos expertos en salud pública coinciden en que, sin un cambio cultural profundo, las medidas institucionales serán insuficientes.

Impacto social y desigualdad

El análisis regional revela que los niños y adolescentes de sectores socioeconómicos más bajos enfrentan mayores barreras para mantener hábitos saludables. La falta de infraestructura deportiva adecuada, la inseguridad en los barrios y el acceso limitado a actividades extracurriculares agravan la situación.

Este déficit no solo afecta la salud física, sino que también tiene consecuencias emocionales visibles: se reporta un aumento en síntomas de ansiedad, depresión y aislamiento social. La relación entre sedentarismo y rendimiento escolar también se vuelve un tema de preocupación creciente para educadores y especialistas.

Familias en el centro del dilema

Desde la perspectiva de los hogares, la tensión entre el tiempo dedicado a pantallas y la promoción del ejercicio es palpable. Padres y madres reconocen la dificultad de equilibrar las demandas laborales, la seguridad y el entretenimiento digital, que muchas veces se convierte en una solución práctica pero perjudicial.

“Los niños están más conectados que nunca, pero eso no siempre es positivo. Controlar el tiempo frente a dispositivos y fomentar el disfrute del deporte es un desafío diario para nosotros”, comenta una madre de Santiago.

Conclusiones y consecuencias

La evidencia es clara: el sedentarismo infantil y adolescente en Chile es un problema estructural con raíces sociales, culturales y económicas que requieren una respuesta multidimensional. No se trata solo de promover la actividad física, sino de entender y abordar las condiciones que la limitan.

El debate público sigue abierto, con posturas enfrentadas que reflejan la complejidad del desafío. Sin embargo, un consenso emerge: sin un compromiso conjunto entre Estado, escuelas y familias, la salud y el futuro de una generación estarán en riesgo.

El tiempo para actuar no es mañana, sino ahora.