
A fines de 2024, ContourGlobal, una empresa estadounidense de energía independiente, culminó la inauguración de Quillagua, la planta solar fotovoltaica con sistema de almacenamiento en baterías más grande de América Latina, ubicada en María Elena, Región de Antofagasta. Esta instalación, con una capacidad de 221 MWp y un sistema de almacenamiento de 1,2 GWh, puede entregar 200 MW durante más de seis horas tras la puesta del sol, un hito que, más allá de su escala, abre una nueva era para el desarrollo energético en Chile y la región.
"En Chile queremos crecer. Hasta el 15% de nuestras inversiones globales se harán aquí", afirmó Antonio Cammisecra, CEO de ContourGlobal, quien destaca a Chile no solo como un mercado atractivo, sino como un laboratorio para anticipar la evolución de los mercados energéticos a futuro.
Sin embargo, la inauguración no ha estado exenta de tensiones y debates. Desde la perspectiva política y social, existen voces que celebran esta inversión como una oportunidad para diversificar la matriz energética y avanzar hacia una economía baja en carbono. Organizaciones ambientalistas y comunidades locales resaltan el impacto positivo en la reducción de emisiones y la generación de empleo en zonas históricamente dependientes de la minería tradicional.
Por otro lado, sectores críticos advierten sobre la dependencia de capital extranjero y la necesidad de fortalecer la regulación para asegurar beneficios sociales y ambientales más amplios. Algunos actores políticos plantean que la actual regulación chilena en materia de almacenamiento energético, aunque adecuada para atraer inversiones, carece de incentivos claros que impulsen una transición más acelerada y justa.
"La regulación no obstaculiza, pero tampoco incentiva. Es un punto medio que puede limitar el potencial de crecimiento y la integración de estas tecnologías en el sistema eléctrico", explicó Cammisecra, reflejando una mirada pragmática que combina optimismo con cautela.
Además de Quillagua, ContourGlobal ya trabaja en la construcción de la planta Víctor Jara en la Región de Tarapacá, con una capacidad similar y expectativas de inauguración para la segunda mitad de 2025. La empresa también explora oportunidades en el sur de Chile, buscando diversificar su portafolio y consolidar una presencia estratégica en el país.
Este despliegue tecnológico y financiero se enmarca en un Chile que, tras años de debate y reformas, busca posicionarse como un líder en energías renovables y almacenamiento en Latinoamérica. La iniciativa privada, en coordinación con el Estado y organismos internacionales, enfrenta ahora el desafío de equilibrar la viabilidad económica con la justicia social y ambiental.
En definitiva, la inauguración de Quillagua no es solo una noticia de inversión y tecnología; es un episodio que pone en escena las tensiones y esperanzas de un país que transita hacia un modelo energético más sostenible, pero que aún debe resolver cómo distribuir equitativamente sus beneficios y enfrentar las complejidades regulatorias.
Este episodio revela que la transición energética chilena está lejos de ser lineal o unánime. Las verdades que emergen son claras: la inversión privada es indispensable, la innovación tecnológica es un motor real, pero la regulación y el diálogo social serán determinantes para que esta revolución verde no se quede en un proyecto de infraestructura, sino que se traduzca en un cambio profundo y duradero para el país y su gente.
2025-11-08