
A quince días del balotaje presidencial, el escenario electoral chileno exhibe una tensión que ya no es solo entre los dos candidatos en pugna, José Antonio Kast y Jeannette Jara, sino que se extiende hacia actores claves que deciden no alinearse, como el Partido de la Gente. El 30 de noviembre de 2025 se dio inicio oficial a la franja electoral con mensajes que evidencian la distancia ideológica y simbólica entre ambos aspirantes.
Por un lado, el abanderado del Partido Republicano, Kast, intenta revertir una imagen de élite y desconexión social, apelando a su “origen sencillo” y mostrando escenas cotidianas, como vendiendo tomates en una feria libre en Buin. Este gesto busca acercarlo a un electorado que lo percibe distante, además de reafirmar su compromiso con la Pensión Garantizada Universal, un símbolo del trabajo de Jara, en un intento por apropiarse de temas sociales sensibles.
En contraste, Jeannette Jara, representante del bloque Unidad por Chile y la Democracia Cristiana, opta por un discurso frontal y confrontacional. La candidata no solo enfatiza sus propuestas en salud, vivienda y seguridad, sino que dedica una parte importante de su espacio a recordar y criticar posturas pasadas de Kast, especialmente su defensa de figuras condenadas por crímenes de lesa humanidad, como Miguel Krassnoff. Un joven, nacido el mismo año del fallecimiento de Pinochet, narra el asesinato de su abuelo a manos de Krassnoff, un relato que busca poner en el centro la memoria y la justicia.
Este choque de narrativas se complica aún más con la decisión del Partido de la Gente, liderado por Franco Parisi, que optó por no apoyar a ninguno de los dos candidatos. En la primera vuelta, la opción nulo o blanco ganó por amplia ventaja dentro de su electorado, evidenciando un rechazo explícito a la polarización dominante. Esta postura introduce una variable impredecible, ya que representa a un sector que no se siente representado ni por la derecha ni por el oficialismo.
Desde la perspectiva política, la campaña de Kast se enfoca en un electorado rural y conservador, enfatizando la descentralización y el desarrollo territorial, mientras que Jara apela a sectores urbanos y progresistas, con un discurso de justicia social y memoria histórica. La tensión entre ambos refleja un país fragmentado, donde las heridas del pasado y las urgencias del presente se confrontan sin concesiones.
Socialmente, la campaña ha exacerbado sentimientos encontrados: para algunos, Kast representa un retorno a valores tradicionales y orden; para otros, Jara encarna la esperanza de un cambio más inclusivo y reparador. El distanciamiento del Partido de la Gente, que se niega a sumarse a esta dicotomía, señala el cansancio de un sector importante de la ciudadanía ante la polarización y la falta de alternativas claras.
A nivel comunicacional, la franja electoral ha sido un campo de batalla simbólica, donde cada gesto, palabra y imagen ha sido cuidadosamente diseñado para construir o destruir identidades políticas. La estrategia de Kast de mostrar un lado más cercano y humano contrasta con la de Jara, que no duda en confrontar directamente el pasado y las contradicciones del adversario.
En conclusión, este episodio electoral deja en evidencia que la polarización en Chile no solo se juega en las urnas, sino en la construcción de relatos, memorias y símbolos que definen a la sociedad. La decisión del Partido de la Gente de mantenerse al margen añade complejidad y refleja un electorado que busca nuevas formas de participación y representación.
"A todos nos van a preguntar dónde estuvimos en esta elección", dijo Carolina Tohá, sintetizando la presión que sienten los actores políticos ante un país que observa expectante y dividido.
La verdad que emerge es que, más allá del resultado, el desafío para Chile será cómo superar la fragmentación social y política que esta elección ha puesto en primer plano, y cómo construir un diálogo que permita avanzar hacia una convivencia más plural y menos confrontacional.
2025-11-29
2025-11-28