
Un país a contrarreloj. Corea del Sur celebró el 3 de junio de 2025 elecciones presidenciales anticipadas, convocadas tras la destitución definitiva del presidente Yoon Suk-yeol a fines del año pasado. Esta cita electoral, la segunda en tres gobiernos consecutivos marcada por la salida abrupta de un jefe de Estado, ha dejado al descubierto las profundas fracturas políticas y sociales que atraviesan a la península.
La Constitución surcoreana establece un plazo máximo de 60 días para realizar comicios tras la vacancia presidencial, y el gobierno optó por fijar la fecha lo más cercana posible a ese límite legal. Así, se buscó ofrecer un margen adecuado para la preparación de candidatos y la participación ciudadana, sin embargo, la rapidez del proceso ha generado debates sobre la madurez del escenario político.
El espectro político surcoreano se ha visto tensionado por esta crisis. Desde la derecha, sectores que apoyaron a Yoon denuncian un proceso que consideran apresurado y politizado, 'una maniobra para debilitar la estabilidad y la seguridad nacional', según declaraciones recogidas por la agencia Yonhap.
Por otro lado, la izquierda y movimientos progresistas han visto en la destitución una oportunidad para replantear el rumbo del país, cuestionando el modelo económico y las políticas de seguridad que marcaron el gobierno anterior. 'Es momento de un cambio real, que responda a las demandas sociales y no a los intereses de élites', señaló una vocera del Partido Democrático.
En regiones como Busan y Jeolla, la incertidumbre se traduce en desconfianza hacia las instituciones y el sistema electoral, con una baja participación proyectada en las urnas. En contraste, en Seúl y zonas urbanas, el debate político se ha polarizado, con ciudadanos divididos entre la necesidad de estabilidad y el anhelo de transformación.
El nuevo presidente asumió el cargo de forma inmediata tras la proclamación oficial de los resultados, sin periodo de transición. Esta circunstancia ha puesto en evidencia las dificultades para implementar políticas coherentes y consensuadas en un contexto de crisis institucional y fragmentación política.
Analistas consultados coinciden en que esta dinámica podría prolongar la inestabilidad, afectando la economía y la posición geopolítica de Corea del Sur en un entorno regional cada vez más complejo, marcado por las tensiones con Corea del Norte y las presiones de potencias como China y Estados Unidos.
La elección presidencial de junio de 2025 en Corea del Sur no solo cerró un capítulo abrupto con la destitución de Yoon Suk-yeol, sino que abrió un escenario de desafíos profundos para la democracia surcoreana. La rapidez del proceso electoral y la ausencia de transición han exacerbado las divisiones políticas y sociales, poniendo en jaque la estabilidad.
Sin embargo, esta crisis también ha despertado un debate necesario sobre la gobernabilidad, la participación ciudadana y el modelo político-económico vigente. La historia reciente de Corea del Sur demuestra que la resiliencia institucional y la capacidad de diálogo serán claves para superar esta encrucijada.
En definitiva, la elección anticipada es un espejo de las tensiones y esperanzas de una sociedad que, enfrentada a su propia tragedia política, busca redefinir su rumbo en un mundo cada vez más incierto.