Chile frente a la guerra arancelaria de Trump: un desafío que aún divide al país

Chile frente a la guerra arancelaria de Trump: un desafío que aún divide al país
Economía
Empresas y Negocios
2025-12-01
Fuentes
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- Impacto económico global y local tras la imposición de aranceles por Estados Unidos.

- Tensiones políticas internas entre sectores productivos y fuerzas políticas.

- Debate social y futuro comercial de Chile en un escenario incierto.

En abril de 2025, el anuncio de Estados Unidos de imponer un arancel del 10% a las exportaciones chilenas abrió un capítulo tenso y complejo en la historia reciente de la economía nacional. El lunes 7 de abril de 2025, la medida se concretó bajo el mandato del entonces presidente Donald Trump, generando un efecto dominó en los mercados internacionales y una oleada de incertidumbre en sectores productivos y políticos del país.

Desde entonces, Chile ha transitado un camino de confrontación y reflexión que, a ocho meses vista, revela no solo las heridas de un enfrentamiento comercial sino también las profundas divisiones internas que este ha desatado.

Un impacto económico palpable y una preparación desigual

Antonio Walker, presidente de la Sociedad Nacional de Agricultura (SNA), fue una de las primeras voces en evaluar el golpe. En una entrevista a Canal 24 Horas, sostuvo que 'Chile está bastante bien preparado para enfrentar esta guerra arancelaria'. Esta visión optimista, sin embargo, no es unánime.

Mientras la agricultura y algunos sectores exportadores han logrado adaptarse gracias a estrategias de diversificación y acuerdos alternativos, otras industrias —especialmente las pequeñas y medianas empresas— han sufrido una caída en sus ventas y una mayor presión financiera. Los mercados europeos y asiáticos mostraron caídas de hasta un 12% y 8%, respectivamente, en reacción a las medidas estadounidenses, lo que repercutió en la confianza inversora y la estabilidad económica local.

Políticas divididas y un debate que expone fracturas

El anuncio no solo sacudió la economía, sino que también agudizó las diferencias políticas. En el Congreso y en la opinión pública, el debate se polarizó entre quienes defienden una postura pragmática y quienes exigen una revisión profunda de la política comercial chilena.

Por un lado, figuras como Susana Jiménez, presidenta de la Confederación de la Producción y del Comercio (CPC), han abogado por mantener la apertura y fortalecer la competitividad internacional, rechazando medidas proteccionistas internas. En contraste, sectores del Partido Comunista y el Frente Amplio han cuestionado la dependencia de Chile en tratados bilaterales con Estados Unidos y han propuesto un giro hacia políticas más soberanas y diversificadas.

La presidenta del Partido Socialista, Paulina Vodanovic, llamó a una primaria amplia que incluya a todas las fuerzas políticas, buscando construir un consenso que supere los vetos y permita enfrentar el escenario con unidad. 'Aquí no podemos tener vetos de partidos, de personas', afirmó, subrayando la necesidad de diálogo en tiempos de crisis.

Voces desde la ciudadanía y el territorio

En regiones como Magallanes y el sur profundo, donde la economía local depende en gran medida de la exportación, las consecuencias de la guerra arancelaria se sienten con mayor crudeza. Alicia Aguilante, presidenta del Colegio de Profesores de Magallanes, advirtió que el paro docente en la región se ha extendido, en parte, por la incertidumbre económica que afecta también al ámbito social y educativo.

Los agricultores y pequeños empresarios han denunciado que las medidas han encarecido insumos y reducido márgenes, aumentando la vulnerabilidad de sus negocios. Este escenario ha generado una sensación de abandono y desconfianza hacia las autoridades, que enfrentan la tarea de equilibrar intereses contrapuestos.

Constataciones y lecciones a mediano plazo

A ocho meses del inicio de esta disputa, queda claro que la guerra arancelaria ha sido un catalizador de tensiones estructurales que Chile arrastra desde hace años. Las medidas de Estados Unidos no solo impactaron el comercio, sino que también expusieron la fragilidad de un modelo económico altamente dependiente del libre mercado y de socios comerciales específicos.

La reacción del país ha sido diversa y compleja: mientras algunos sectores muestran resiliencia y capacidad de adaptación, otros evidencian la urgencia de repensar estrategias comerciales y políticas públicas. En el plano político, la crisis ha puesto en evidencia la necesidad de un diálogo más amplio y menos fragmentado, que permita construir consensos para enfrentar desafíos globales.

Finalmente, esta historia nos recuerda que las guerras económicas, aunque lejanas en el tiempo y espacio, tienen consecuencias directas sobre la vida cotidiana de las personas y la estabilidad social. Chile está en una encrucijada: seguir apostando a la integración global sin cuestionamientos o avanzar hacia un modelo más diversificado y resiliente, capaz de proteger a sus sectores más vulnerables.

Las próximas elecciones presidenciales y parlamentarias serán un termómetro clave para medir cómo esta experiencia ha influido en la agenda política y económica del país, y qué camino elegirán los chilenos para su futuro en un mundo cada vez más incierto.