
En un giro que refleja las tensiones crecientes entre México y Estados Unidos, el gobierno mexicano cedió espacios horarios (slots) en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) a aerolíneas estadounidenses, una medida que se anunció oficialmente el 17 de noviembre y que se gestó tras la cancelación por parte de Washington de 13 rutas mexicanas bajo el argumento de incumplimientos en acuerdos aéreos.
Este movimiento no es un simple ajuste operativo sino un capítulo más en la compleja relación bilateral, donde la presión estadounidense se traduce en concesiones mexicanas que afectan la soberanía y la competencia en el sector aéreo. Claudia Sheinbaum, presidenta de México, reconoció que la redistribución de slots fue un acuerdo interno entre aerolíneas mexicanas para mantener la competitividad, pero la realidad es que el telón de fondo es la reacción a la decisión de trasladar operaciones de carga del congestionado AICM al aeropuerto Felipe Ángeles (AIFA), construido con una inversión millonaria para descongestionar la capital.
Desde marzo de 2022, el AIFA ha movido cerca de 900.000 toneladas de mercancías, consolidándose como un pilar estratégico para el transporte aéreo de carga en México. Sin embargo, las rutas canceladas por EE.UU. incluyen vuelos operados desde este nuevo aeropuerto hacia Houston y McAllen, afectando a grandes aerolíneas mexicanas como Aeroméxico, Volaris y Viva Aerobus.
La disputa no solo es técnica o comercial, sino un choque de intereses y narrativas. Por un lado, México busca fortalecer su infraestructura y diversificar sus operaciones aéreas, mientras que EE.UU. defiende su hegemonía regional y presiona para mantener el control sobre las rutas más lucrativas y estratégicas.
En el escenario político, las voces se dividen: sectores empresariales mexicanos denuncian la medida como una capitulación que limita la autonomía del país en la gestión de su espacio aéreo; mientras que funcionarios gubernamentales apuestan por la negociación y la integración de ambos aeropuertos como un sistema metropolitano que beneficie la competitividad y la conectividad.
La presidenta Sheinbaum ha apuntado a la implementación de un sistema digital para la gestión de slots que entrará en operación el próximo año, con la esperanza de mejorar la distribución y evitar futuras tensiones. No obstante, las críticas persisten, especialmente desde Estados Unidos, donde las aerolíneas cargueras han señalado dificultades en las aduanas del AIFA, un problema que México asegura está en vías de solución.
Este episodio revela una verdad incómoda: la interdependencia entre México y Estados Unidos en materia comercial y logística es profunda, pero está marcada por desequilibrios de poder que se manifiestan en cada negociación. La transferencia de slots en el AICM es un síntoma palpable de esta dinámica, donde la soberanía mexicana se ve condicionada por la presión de su vecino del norte.
Las consecuencias ya son visibles: la operación del AIFA, concebida para descongestionar y modernizar el sistema aeroportuario de la capital, enfrenta obstáculos que ponen en duda su viabilidad a mediano plazo. Además, la relación bilateral experimenta un desgaste que podría extenderse a otros ámbitos comerciales y políticos.
En definitiva, este capítulo no solo pone en escena un conflicto técnico sobre slots y rutas aéreas, sino que desnuda las tensiones estructurales de la relación México-Estados Unidos, donde la competencia, la soberanía y la negociación se entrelazan en un duelo que aún está lejos de resolverse.
2025-11-03