
Un año y medio después del estallido del conflicto entre Israel y Hamas, la postura francesa se ha consolidado como un eje claro en la diplomacia internacional. El 7 de abril de 2025, el presidente Emmanuel Macron declaró desde El Cairo que Hamas "no debe tener ningún rol" en la gobernanza de Gaza, marcando un punto de inflexión en el juego regional y en los debates sobre el futuro del enclave palestino.
El conflicto comenzó el 7 de octubre de 2023 con un ataque sin precedentes de Hamas contra Israel, desde la Franja de Gaza, que gobierna desde 2007. La respuesta israelí fue una ofensiva militar de gran escala, que, tras una tregua de dos meses, se reanudó en marzo de 2025, prolongando el sufrimiento de la población civil y la destrucción en Gaza. En este escenario, la comunidad internacional ha buscado fórmulas para la paz y la reconstrucción, sin consenso sobre quién debe liderar el proceso.
La visita de Macron a Egipto, junto al presidente Abdel Fatah al Sisi, tuvo como eje principal la guerra en Gaza y la reconstrucción del territorio. Desde allí, Francia lanzó un mensaje inequívoco: "Hamas no debe tener ningún papel en la gobernanza del enclave palestino de 2,4 millones de habitantes". Esta postura, que respalda el plan de reconstrucción promovido por la Liga Árabe, busca aislar al grupo islamista y promover una administración distinta, aunque sin detallar quién debería asumir esa responsabilidad.
Las reacciones no se hicieron esperar. Desde sectores palestinos, Hamas y sus aliados calificaron la declaración como un intento de deslegitimar su autoridad y control territorial. Por otro lado, gobiernos árabes y occidentales se encuentran divididos entre la necesidad de estabilizar Gaza y la dificultad de encontrar un interlocutor viable que garantice la paz.
En Chile y América Latina, la opinión pública y académicos han seguido con atención esta evolución, destacando que el rechazo a Hamas como actor político no solo afecta la dinámica local, sino que también incide en la geopolítica global y en la percepción sobre los derechos y la autodeterminación palestina.
Más allá de la retórica, la realidad en Gaza sigue siendo una tragedia humanitaria con escasas soluciones inmediatas. La exclusión de Hamas de la gobernanza, si bien busca debilitar a un actor considerado terrorista por varios países, complica la coordinación de ayuda y la estabilidad en el terreno.
Este escenario plantea preguntas incómodas: ¿quién puede gobernar un territorio devastado sin legitimidad popular? ¿Cómo equilibrar la seguridad con los derechos civiles y políticos? ¿Qué rol deben jugar las potencias internacionales en un conflicto que parece enquistarse?
La firme posición francesa representa un intento de redefinir el tablero político en Gaza, pero también revela las profundas fracturas y dilemas del conflicto palestino-israelí. La exclusión de Hamas no es una solución mágica, sino un desafío que obliga a repensar estrategias multilaterales con realismo y respeto a la complejidad histórica. Mientras tanto, la población de Gaza continúa siendo la gran víctima de un drama que no termina, y que exige una mirada crítica y profunda para comprender sus múltiples dimensiones y consecuencias.