
El 29 de septiembre de 2025, el emblemático grupo chileno 31 Minutos protagonizó una sesión en el prestigioso espacio Tiny Desk Concerts, organizado por la National Public Radio (NPR) de Estados Unidos. La presentación fue grabada en un escenario reducido, con un público de apenas 40 personas, entre funcionarios de NPR y algunos chilenos afortunados. Pero el impacto fue mucho más allá de ese día: en menos de 48 horas, el video superó los 6,5 millones de reproducciones en YouTube, convirtiéndose en un fenómeno viral que reactivó el cariño y la admiración por los títeres y canciones que acompañan a varias generaciones en Chile y América Latina.
"Fue una locura. Sentí que estábamos jugando una final mundial", confesó Álvaro Díaz, cocreador e intérprete de Juan Carlos Bodoque, en una entrevista posterior. El equipo de 31 Minutos preparó el show con meticulosidad: replicaron el set de Tiny Desk al detalle, incluyendo el vestuario camuflado entre estantes y objetos que se convirtieron en parte de la puesta en escena.
La sesión incluyó guiños musicales a clásicos chilenos como Los Prisioneros y referencias culturales contemporáneas, como la serie "Better Call Saul". El vínculo con el equipo de NPR fue inmediato y cálido: un sonidista incluso participó moviendo un títere durante la canción "Arwrarwrirwrarwro". La complicidad entre artistas y técnicos fue clave para que el espectáculo fuera un éxito.
El fenómeno no estuvo exento de debates. Por un lado, la comunidad creativa y los seguidores celebran que un proyecto chileno independiente alcance tal proyección internacional sin perder su esencia ni depender exclusivamente de fondos públicos. "Somos testarudos y genuinos, eso genera cosas únicas", reflexiona Díaz, quien advierte que hoy la industria cultural está saturada de normativas y segmentaciones que, paradójicamente, limitan la creatividad.
Por otro lado, hay quienes critican la precariedad del sector audiovisual nacional y la falta de un apoyo estatal efectivo. Díaz no duda en señalar que TVN está en crisis y que la televisión pública chilena ha sido capturada por intereses políticos y falta de visión estratégica, lo que afecta la producción cultural.
La repercusión del Tiny Desk de 31 Minutos trascendió Chile: desde Nueva Zelanda, China y Japón llegaron mensajes de admiración. Esto se explica en parte porque desde sus inicios el grupo permitió la piratería como forma de difusión, y luego YouTube se convirtió en un trampolín internacional. La hermandad latinoamericana se manifestó en redes sociales, celebrando la buena onda en un entorno digital habitualmente hostil.
Este episodio confirma que la autenticidad y el trabajo persistente pueden abrir espacios internacionales, incluso en formatos tan exigentes como Tiny Desk, que privilegia la cercanía y el talento en vivo. Sin embargo, también expone las tensiones entre la creatividad libre y las estructuras rígidas que regulan la producción cultural en Chile.
"El exceso de conciencia de un evento así puede ser fatal", advierte Díaz, quien insiste en que 31 Minutos debe seguir siendo divertido y alejado de la gravedad para no perder su razón de ser.
Finalmente, queda claro que el éxito de 31 Minutos en Tiny Desk es un ejemplo de cómo la cultura chilena puede dialogar con el mundo desde su identidad propia, mientras enfrenta desafíos estructurales internos. La fiesta terminó, pero el partido importante, como dice su creador, apenas comienza.