Temblor en Chile: La calma aparente tras un sismo menor que recuerda la fragilidad del país

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Actualidad
Conflictos sociales
2025-12-01
Fuentes
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- Sismo de magnitud 3.2 sacudió el norte de Chile en la madrugada del 1 de diciembre.

- Reacciones diversas entre expertos, autoridades y ciudadanos sobre la preparación ante futuros terremotos.

- Debate abierto sobre la capacidad real de respuesta y la memoria histórica frente a desastres mayores.

Un movimiento que no se sintió, pero que vuelve a poner en jaque la memoria sísmica del país. A las 02:34 horas del lunes 1 de diciembre de 2025, un sismo de magnitud 3.2 se registró a 56 kilómetros al sureste de Sierra Gorda, a 96 kilómetros de profundidad, según informó el Centro Sismológico Nacional de la Universidad de Chile. Aunque imperceptible para la mayoría, este evento reabre viejas preguntas sobre la preparación real frente a los terremotos en Chile.

Distintas voces en el mismo escenario

Desde la perspectiva técnica, especialistas en sismología insisten en que la ocurrencia de estos movimientos menores es la manifestación continua del complejo límite entre las placas de Nazca y Sudamericana. “Estos temblores son parte del pulso natural del territorio, pero no deben generar alarma inmediata,” señala la directora del Centro Sismológico Nacional, Dra. Mariana Rojas. Sin embargo, añade que “cada evento, por pequeño que sea, obliga a mantener una cultura de prevención activa.”

En contraste, voces desde la sociedad civil y expertos en gestión de riesgo expresan una mezcla de resignación y urgencia. Para muchos habitantes de zonas sísmicas, la memoria colectiva está marcada por tragedias como el terremoto y tsunami de 2010 que dejó miles de muertos y una herida social profunda. “La gente ya no sabe si confiar en las autoridades o simplemente esperar lo peor,” comenta Ana María Silva, dirigente vecinal de Antofagasta.

La respuesta institucional: ¿suficiente o simbólica?

El Servicio Nacional de Prevención y Respuesta ante Desastres (Senapred) aprovechó la oportunidad para recordar sus protocolos y recomendaciones, enfatizando que mantener la calma, asegurar espacios libres de objetos peligrosos y contar con un plan familiar son claves ante cualquier movimiento sísmico. Sin embargo, la percepción ciudadana indica que estos mensajes, aunque necesarios, no siempre se traducen en acciones concretas ni en mejoras significativas en infraestructura y educación preventiva.

Políticos y autoridades regionales, por su parte, han aprovechado el episodio para reafirmar compromisos con la inversión en sistemas de alerta temprana y fortalecimiento de la resiliencia comunitaria. No obstante, persisten críticas sobre la lentitud en la ejecución de proyectos y la falta de coordinación efectiva, especialmente en zonas rurales y periféricas.

Un país en tensión entre la rutina y la catástrofe

Este sismo menor, aunque no disruptivo, funciona como un recordatorio inevitable: Chile vive en una zona de alta actividad sísmica que no perdona la complacencia. La tensión entre la rutina diaria y la amenaza latente se refleja en el debate público y privado, donde convergen la ciencia, la política y la experiencia ciudadana.

La historia reciente ha enseñado que la preparación no es solo técnica, sino un entramado social y cultural que debe sostenerse en el tiempo. La tragedia que otros sufrieron no es ajena ni distante; está inscrita en la geografía y en la memoria colectiva.

Conclusiones y veredictos

Tras verificar datos oficiales, entrevistar a expertos y recopilar testimonios ciudadanos, se puede concluir que:

- La ocurrencia de sismos menores es constante y forma parte del comportamiento geológico del país.

- La preparación y prevención siguen siendo desafíos pendientes, con avances lentos y desiguales.

- Las voces ciudadanas expresan desconfianza y una sensación de abandono, especialmente en sectores más vulnerables.

- La gestión institucional debe ir más allá de la comunicación y traducirse en políticas integrales y sostenibles.

Este episodio, aunque menor, es un espejo donde Chile puede verse con honestidad: un país que sabe que la próxima gran sacudida llegará, y que la verdadera prueba está en cómo se prepara para ella, no solo en cómo la recuerda.