Seguridad ciudadana en Chile: la crisis que no cede y divide al país

Seguridad ciudadana en Chile: la crisis que no cede y divide al país
Actualidad
Sociedad
2025-12-01
Fuentes
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- Persistente crisis de seguridad que afecta a todos los estratos sociales.

- Disputa política profunda entre propuestas de derecha e izquierda.

- Impacto desigual en regiones y comunidades, con voces ciudadanas enfrentadas.

En los últimos ocho meses, la seguridad ciudadana se ha instalado como un tema que no solo inquieta a la opinión pública sino que también fractura el debate político y social en Chile. Desde abril de 2025, cuando la candidata presidencial Evelyn Matthei declaró que la seguridad era "el tema que nos quita el sueño a todos", la discusión ha evolucionado, mostrando un país dividido sobre las causas, las responsabilidades y las soluciones.

Un problema que atraviesa fronteras ideológicas

Por un lado, la derecha política ha mantenido un discurso centrado en el fortalecimiento de las fuerzas de orden y la mano dura contra el crimen organizado, el narcotráfico y la inmigración ilegal. Matthei y sus seguidores han insistido en que la inseguridad es el principal desafío que enfrenta el gobierno y que solo con una acción coordinada y firme se podrá recuperar la tranquilidad ciudadana.

En contraposición, sectores de izquierda y movimientos sociales han señalado que la raíz del problema está en la desigualdad estructural, la falta de oportunidades y la ausencia de políticas públicas integrales que aborden la prevención y la rehabilitación. Para ellos, el énfasis exclusivo en la represión no solo es insuficiente, sino que puede agravar la crisis social y aumentar la exclusión.

Impactos regionales y voces desde la ciudadanía

La inseguridad no se distribuye de manera homogénea en el territorio nacional. Mientras que en algunas regiones metropolitanas se reportan altos índices de delitos violentos, en zonas rurales y periféricas el temor se mezcla con la sensación de abandono estatal. Vecinos de comunas como La Pintana y Puente Alto han expresado su frustración ante la falta de respuestas efectivas, mientras que en el sur, comunidades mapuche denuncian que la violencia se exacerba por la ausencia de diálogo y reconocimiento.

Además, la ciudadanía exhibe posturas encontradas. Para algunos, la solución pasa por endurecer las penas y aumentar la presencia policial; para otros, es urgente invertir en educación, empleo y desarrollo social. Esta divergencia refleja una sociedad que busca respuestas en medio de la incertidumbre.

Consecuencias y certezas a la vista

Tras meses de debates, protestas y propuestas, algunas verdades comienzan a consolidarse. Primero, la seguridad en Chile no es un problema aislado ni exclusivamente policial, sino un fenómeno multidimensional que requiere enfoques integrales. Segundo, la fragmentación política dificulta la implementación de políticas sostenibles, pues la seguridad se ha convertido en un campo de batalla electoral más que en un compromiso transversal.

Finalmente, la crisis de seguridad ha puesto en evidencia la urgencia de construir puentes entre las distintas visiones y actores sociales para avanzar hacia soluciones que reconozcan la complejidad del problema y no se limiten a respuestas simplistas.

Este es el desafío que hoy enfrenta Chile: transformar la preocupación que "nos quita el sueño a todos" en una agenda de diálogo, innovación y compromiso colectivo, antes que el desgaste social y político profundice las heridas que ya son visibles.