China y Estados Unidos en guerra comercial: ¿Qué queda después del choque arancelario?

China y Estados Unidos en guerra comercial: ¿Qué queda después del choque arancelario?
Economía
Empresas y Negocios
2025-12-01
Fuentes
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- Aranceles recíprocos del 34% que detonaron una escalada comercial.

- Impactos visibles en mercados globales y cadenas productivas.

- Respuestas políticas y empresariales diversas que reflejan un mundo dividido.

Un año y medio después de que China impusiera aranceles del 34% a las importaciones estadounidenses, la guerra comercial entre las dos mayores economías del planeta revela heridas profundas y consecuencias que aún resuenan en Chile y el mundo.

El 10 de abril de 2025, China activó sus tarifas de represalia en respuesta a los gravámenes impuestos por Estados Unidos, marcando un punto álgido en un conflicto que parecía lejano pero que tocó directamente a nuestra economía exportadora.

El choque frontal: dos visiones irreconciliables

Desde la perspectiva estadounidense, los aranceles buscaban proteger industrias nacionales y corregir desequilibrios comerciales históricos. Para la administración de entonces, era una estrategia necesaria para recuperar empleos y contrarrestar prácticas consideradas desleales por parte de China.

Andrew Gilholm, analista de Control Risks, señaló que "el gigante asiático no podía igualar la magnitud de los aranceles sin sufrir un grave perjuicio", evidenciando la vulnerabilidad china ante la ofensiva comercial.

En contraste, Beijing denunció la medida como una maniobra unilateral e intimidatoria que violaba las normas del comercio internacional y amenazaba su estabilidad económica, especialmente en un momento crítico de desaceleración y crisis inmobiliaria.

Chile en el escenario global: entre la espada y la pared

Para Chile, país fuertemente dependiente del comercio exterior y con una industria minera y agrícola orientada a mercados internacionales, la guerra comercial significó un doble golpe.

Por un lado, la incertidumbre generada afectó los precios del cobre, uno de nuestros principales productos de exportación, y tensionó las cadenas de suministro. Por otro, la volatilidad en los mercados financieros internacionales, como la caída del S&P 500 y la depreciación de monedas emergentes, impactó la inversión local.

Desde la Cámara de Comercio de Santiago, su presidente expresó que "la guerra comercial ha obligado a las empresas chilenas a replantear sus estrategias, buscando diversificación y mayor resiliencia frente a shocks externos".

Voces encontradas: empresarios, trabajadores y consumidores

La respuesta en Chile fue heterogénea. Grandes exportadores y sectores industriales con vínculos directos con EE.UU. y China enfrentaron pérdidas y reajustes. En contraste, algunos sectores encontraron oportunidades para reorientar mercados hacia Asia o Europa.

Los trabajadores, especialmente en sectores ligados a la manufactura y exportación, vivieron con incertidumbre despidos y reajustes salariales. Los consumidores, por su parte, comenzaron a notar cambios en precios de productos importados.

Una dirigente sindical comentó: "Nos enfrentamos a un escenario donde las decisiones tomadas a miles de kilómetros repercuten en nuestra vida diaria, y la precariedad laboral se ha profundizado".

Más allá de los aranceles: la complejidad de un mundo interconectado

Este conflicto no solo fue un choque de tasas impositivas, sino una batalla por la hegemonía tecnológica, la seguridad nacional y la redefinición de cadenas globales de valor. Las medidas chinas incluyeron controles de exportación sobre minerales estratégicos y la inclusión de empresas estadounidenses en listas negras, mientras EE.UU. endurecía sus políticas comerciales.

La escalada llevó a investigaciones antidumping y restricciones que complicaron aún más el comercio internacional, afectando a terceros países y generando un efecto dominó en economías emergentes.

Constataciones y consecuencias

- La guerra comercial evidenció la fragilidad de un sistema globalizado dependiente de flujos libres y estables, y puso en jaque a países como Chile, que no son protagonistas pero sí víctimas colaterales.

- Las tensiones impulsaron a empresas y gobiernos a buscar diversificación de mercados y cadenas de suministro, acelerando procesos de regionalización y acercamiento a bloques alternativos.

- La disputa dejó en claro que las políticas comerciales no se deciden solo con números y tratados, sino con intereses geopolíticos y estratégicos que trascienden lo económico.

- La experiencia chilena revela la necesidad de fortalecer la capacidad de adaptación y resiliencia ante shocks externos, incorporando planificación a largo plazo y diálogo social.

En definitiva, la guerra comercial entre China y Estados Unidos no fue un episodio aislado, sino un síntoma de un orden mundial en transformación, donde las decisiones de grandes potencias se sienten en cada rincón, y la mirada reflexiva se vuelve indispensable para comprender sus múltiples dimensiones.