
En menos de 24 horas, la guerra comercial impulsada por Donald Trump ha desatado una sacudida que paraliza acuerdos por miles de millones de dólares, dejando a los mercados y actores económicos en un estado de incertidumbre sin precedentes.
El 2 de abril de 2025, Trump anunció aranceles estadounidenses más elevados en un siglo, desencadenando una reacción en cadena que afectó a fusiones, adquisiciones y ofertas públicas iniciales (OPI) a nivel global. Empresas como StubHub Holdings Inc., Klarna Bank AB y MNTN suspendieron sus planes de salida a bolsa, mientras que Cie. de Saint-Gobain aplazó la venta de su unidad de vidrio para automóviles, valorada en US$ 2.800 millones. La firma de capital privado KKR & Co. abandonó además un consorcio para adquirir Gerresheimer AG, y otras operaciones financieras se retrasaron o quedaron en suspenso.
Desde el ala política estadounidense que apoya a Trump, 'estos aranceles son una defensa necesaria para proteger la industria nacional y corregir desequilibrios comerciales históricos', argumentan. Sin embargo, economistas y sectores empresariales internacionales advierten que 'la escalada arancelaria genera una ola de incertidumbre que frena inversiones y debilita el comercio global'.
China respondió con aranceles proporcionales y controles sobre exportaciones de tierras raras, mientras que la Unión Europea prometió medidas similares. El índice S&P 500 cayó un 5,15% el viernes siguiente, reflejando la ansiedad de los mercados.
Para Chile, país altamente dependiente del comercio internacional, el impacto se traduce en un aumento de la volatilidad financiera y riesgos para la cadena exportadora, especialmente en sectores como el cobre y la agroindustria. “La incertidumbre global retrasa decisiones de inversión y afecta la planificación de exportadores que ya enfrentan desafíos logísticos y de costos,” señala un representante de la Cámara de Comercio de Santiago.
Los mercados financieros locales también sufrieron las réplicas, con una fuerte volatilidad en el tipo de cambio y en la bolsa, mientras agentes económicos evalúan el impacto de una posible desaceleración global.
A más de ocho meses de los anuncios iniciales, la guerra comercial no sólo ha alterado el ritmo de las negociaciones y operaciones financieras, sino que ha evidenciado una nueva era de incertidumbre estructural en la economía global. Las decisiones de Trump, lejos de ser un episodio pasajero, han puesto en jaque modelos de integración y cooperación económica que parecían consolidados.
Las consecuencias visibles incluyen la postergación de inversiones por miles de millones de dólares, la caída de confianza en los mercados y la reconfiguración de alianzas comerciales. Sin embargo, la historia también muestra que la volatilidad puede abrir espacios para nuevas estrategias y adaptaciones, tanto para actores globales como locales.
Este episodio invita a una reflexión profunda sobre la fragilidad de los equilibrios comerciales y la necesidad de mecanismos más robustos para gestionar conflictos en un mundo interconectado, donde las decisiones unilaterales tienen un efecto dominó que llega hasta la economía chilena.
En definitiva, la guerra comercial de Trump ha sido un coliseo donde intereses enfrentados han puesto en escena las tensiones entre proteccionismo y globalización, dejando a la audiencia —empresarios, gobiernos y ciudadanos— la tarea de comprender y adaptarse a una realidad en movimiento.