Chile inicia horario de verano: un cambio que divide y reaviva viejas disputas

Chile inicia horario de verano: un cambio que divide y reaviva viejas disputas
Actualidad
Sociedad
2025-12-01
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- Adelanto de relojes en la mayoría del país el 6 de septiembre de 2025.

- Resistencia en Magallanes y Aysén, que mantienen horario estable.

- Expertos alertan sobre impactos en salud y cuestionan la utilidad del cambio.

Un ritual que vuelve cada año y que, esta vez, no ha logrado aplacar las controversias. El pasado 6 de septiembre de 2025, Chile adelantó sus relojes en una hora para dar inicio al horario de verano, que se extenderá hasta abril de 2026. Sin embargo, la medida que busca aprovechar mejor la luz natural y ahorrar energía no se aplicó en las regiones de Magallanes y Aysén, que mantienen su huso horario durante todo el año. Esta disparidad geográfica vuelve a poner en escena un debate que no es nuevo, pero que sigue generando tensiones y cuestionamientos profundos.

Un cambio con historia y división territorial

Desde 1968, el cambio de hora ha sido una práctica intermitente en Chile, instaurada en un contexto de sequía y crisis energética. Actualmente, el Decreto 224 establece el horario de verano desde septiembre hasta abril, con excepciones claras en el extremo austral. Mientras Magallanes y Aysén se mantienen en horario UTC-3 todo el año, el resto del país alterna entre UTC-4 y UTC-3.

Este esquema ha generado críticas desde distintos sectores. Para muchos habitantes del sur, mantener un horario estable responde a la realidad de sus ciclos de luz y a un deseo de evitar trastornos en sus rutinas. En contraste, en el centro y norte, la alternancia es vista como un mecanismo para aprovechar la luz del día y reducir el consumo eléctrico.

Voces en pugna: salud, economía y política

Expertos en salud han sido enfáticos en señalar que el cambio de hora produce efectos negativos en el sueño y el bienestar. El neurólogo Gabriel Abudinén advierte que "el reloj biológico se desregula, generando insomnio y fatiga". Psicólogos como Margarita Bórquez recomiendan mantener un horario fijo para favorecer la sincronización circadiana.

Por otro lado, sectores económicos y políticos defienden la medida como un ahorro energético y una adaptación necesaria a las condiciones climáticas y sociales del país. Sin embargo, la evidencia sobre el ahorro real es ambigua y ha sido cuestionada en estudios recientes.

En el plano político, la gestión del horario ha sido objeto de críticas por falta de planificación y conocimiento técnico. Arturo Gómez, ex astrofotógrafo, afirma que "los políticos cometen graves errores por desconocimiento, y el cambio de horario es una de esas chacotas que deben terminar". Esta frase refleja un descontento que trasciende la técnica y se instala en la percepción ciudadana de decisiones poco fundamentadas.

Consecuencias y aprendizajes a mediano plazo

Este ciclo anual vuelve a poner en evidencia las tensiones entre las necesidades regionales y nacionales. La disparidad en la aplicación del horario refleja no solo diferencias geográficas, sino también sociales y culturales, que exigen una mirada más profunda y flexible.

El horario de verano 2025-2026 ha comenzado, pero el debate sobre su pertinencia y sus efectos continúa vivo. La evidencia científica sugiere que el cambio abrupto afecta la salud y el bienestar, mientras que los beneficios económicos son discutibles. Además, la falta de consenso político y social revela una fragmentación que no se resuelve con decretos.

En definitiva, Chile enfrenta un desafío mayor que ajustar relojes: se trata de armonizar las decisiones públicas con las realidades diversas de su territorio y población, y de construir políticas que respeten la ciencia, la cultura y el bienestar común.

Como espectadores de esta disputa, los ciudadanos quedan invitados a reflexionar sobre las implicancias profundas de un acto tan cotidiano como cambiar la hora, y a exigir que las próximas decisiones se tomen con conocimiento, diálogo y respeto por todas las voces.