Aranceles de Trump a América Latina: un golpe que divide y reconfigura el comercio regional

Aranceles de Trump a América Latina: un golpe que divide y reconfigura el comercio regional
Economía
Empresas y Negocios
2025-12-01
Fuentes
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- Aranceles recíprocos del 10% impuestos unilateralmente por EE.UU. a la mayoría de productos latinoamericanos.

- Reacciones encontradas: algunos gobiernos ven riesgos, otros oportunidades.

- Impactos sectoriales diversos: desde la agroindustria hasta la minería, con exclusiones clave como el cobre chileno.

En abril de 2025, el gobierno de Estados Unidos lanzó un paquete arancelario que sacudió las bases del comercio internacional, imponiendo un gravamen mínimo del 10% a la mayoría de los productos provenientes de América Latina. El anuncio se produjo el 1 de abril de 2025 y afectó a sectores clave como el salmón chileno, el café colombiano, los arándanos peruanos y el camarón ecuatoriano. Esta medida, bautizada por la Casa Blanca como "aranceles recíprocos", no solo rompió con décadas de reglas multilaterales, sino que expuso a la región a un escenario de incertidumbre económica y política que aún hoy, a ocho meses de distancia, sigue en plena evolución.

Una tormenta con múltiples miradas

Las voces que emergieron en la región tras la imposición de los aranceles reflejan un choque de perspectivas que no se ha diluido con el tiempo. Por un lado, gobiernos como el de Brasil, bajo Luiz Inácio Lula da Silva, denunciaron la medida como un acto proteccionista que contraviene el multilateralismo y anunciaron acciones de represalia amparadas en la Organización Mundial del Comercio. "Defendemos el multilateralismo y el libre comercio", afirmó Lula, prometiendo medidas para enfrentar el nuevo escenario.

En contraste, el presidente colombiano Gustavo Petro adoptó una postura más pragmática, señalando que los aranceles podrían ser una oportunidad para que la industria nacional se fortalezca y sustituya importaciones. "Si podemos producir esos bienes más baratos, es hora de exportar allí", declaró Petro, subrayando un enfoque de adaptación más que confrontación.

Argentina, por su parte, mostró un doble juego: el gobierno destacó la buena relación bilateral con EE.UU., mientras el presidente Javier Milei utilizó un tono irónico en redes sociales pero dejó abierta la posibilidad de negociar una reducción arancelaria, especialmente para sectores estratégicos como los combustibles y el aluminio.

Impactos sectoriales y regionales: un mapa heterogéneo

Chile, país pequeño y altamente globalizado, sintió un golpe directo en su agricultura y pesca, con productos emblemáticos como el salmón, la uva y el vino expuestos a los nuevos gravámenes. Sin embargo, la exclusión del cobre y la madera del paquete arancelario alivió parcialmente el impacto. Susana Jiménez, presidenta de la CPC, reconoció que "tiene un efecto indudable para un país pequeño", pero valoró las excepciones que mitigaron el daño.

En Perú, la agroindustria y la industria textil enfrentaron mayores desafíos, especialmente en la exportación de arándanos, donde EE.UU. es el principal mercado. El gobierno peruano inició gestiones para buscar excepciones o revisiones, mientras expertos locales evaluaban la posibilidad de aprovechar las diferencias arancelarias frente a competidores más golpeados.

Centroamérica, con alta dependencia del mercado estadounidense, quedó en una posición vulnerable. Países como Costa Rica, Honduras y El Salvador enfrentan un escenario complejo, aunque el arancel del 10% fue el más bajo aplicado globalmente. El presidente costarricense Rodrigo Chaves comentó que "no nos están castigando en ese sentido", señalando una aceptación resignada del nuevo contexto.

Consecuencias y certezas a mediano plazo

Ocho meses después, la región encara una realidad donde la incertidumbre persiste pero también se vislumbran tendencias claras. Los aranceles han provocado una desaceleración en las exportaciones hacia EE.UU., afectando inversión y empleo en sectores clave. Sin embargo, la heterogeneidad del impacto ha generado respuestas diversas: mientras algunos países buscan negociar excepciones o acuerdos bilaterales, otros preparan medidas de defensa comercial y políticas de sustitución de importaciones.

La interdependencia económica con EE.UU. sigue siendo un factor determinante. Joan Domene, economista de Oxford Economics, advierte que "una desaceleración en EE.UU. inevitablemente repercute en América Latina". La región debe navegar entre la necesidad de mantener relaciones comerciales sólidas y la urgencia de diversificar mercados y fortalecer cadenas productivas internas.

Un coliseo sin final claro

Este episodio no es un simple choque arancelario; es un escenario donde actores políticos, económicos y sociales se enfrentan en un coliseo de intereses contrapuestos. El proteccionismo estadounidense ha trastocado el orden comercial que durante décadas sostuvo la integración regional. La tragedia, para muchos productores y trabajadores latinoamericanos, es palpable en la pérdida de mercados y el aumento de la incertidumbre.

No obstante, la historia no está escrita: la tensión entre confrontación y adaptación sigue abierta, y la región se encuentra en un punto de inflexión que podría redefinir sus estrategias económicas y políticas para los próximos años.

En definitiva, los aranceles recíprocos de Trump han dejado claro que el comercio internacional es un campo de batalla donde las reglas pueden cambiar súbitamente, y donde América Latina debe decidir si juega a resistir, negociar o reinventar su papel en la economía global.