Estados Unidos suspende aranceles al cobre chileno: alivio temporal, incertidumbre permanente

En abril de 2025, el gobierno de Estados Unidos anunció la imposición de un arancel general del 10% a la mayoría de las exportaciones chilenas, una medida que encendió las alarmas en el mundo empresarial y político de nuestro país. Sin embargo, en un giro inesperado, el cobre —la columna vertebral de la economía chilena— fue excluido de esta política proteccionista, al menos de manera temporal.El 3 de abril, se confirmó que el cobre chileno no enfrentaría aranceles en el mercado estadounidense por el momento. Esta decisión, encargada a un análisis posterior por parte del secretario de Comercio norteamericano, Howard Lutnick, ha generado una mezcla de alivio y preocupación que persiste hasta hoy.

Un alivio con fecha de vencimiento

Para el sector minero, esta exención fue celebrada como una victoria momentánea. No obstante, la suspensión no elimina la incertidumbre. La posibilidad de que el cobre quede finalmente gravado sigue latente, y la economía nacional debe prepararse para escenarios adversos. Alejandro Weber, exsubsecretario de Hacienda, advirtió que "los aranceles recíprocos introducen una enorme incertidumbre a los mercados" y que la reacción de Estados Unidos en los meses siguientes podría cambiar el panorama.

Voces enfrentadas: empresarios y analistas

Desde la Confederación de la Producción y del Comercio (CPC), Susana Jiménez calificó la medida como "una mala noticia para Chile y el mundo", destacando que aunque la tarifa aplicada es menor en comparación con otros países, obliga a Chile a ser más competitivo en un contexto global inestable.“Esto nos desafía a profundizar y ampliar nuestras relaciones comerciales y buscar oportunidades en este nuevo contexto internacional”, señaló.

Por su parte, Antonio Walker, presidente de la Sociedad Nacional de Agricultura, alertó sobre el impacto en productos agrícolas como frutas y vinos, sectores que enfrentan un retroceso en sus relaciones comerciales bilaterales.

Desde el sur del país, Arturo Clément, líder de SalmonChile, expresó preocupación por las consecuencias en la salmonicultura, una industria clave para el empleo regional y la economía nacional.“Esperamos poder llegar a acuerdos que minimicen los efectos negativos para Chile y su industria exportadora”, afirmó.

Un golpe a la competitividad y la macroeconomía

El análisis económico no se limita a la industria minera o agrícola. Vicente Valech, analista de mercados, recordó la dependencia chilena de las exportaciones a Estados Unidos y China, advirtiendo que la imposición de aranceles podría reducir la competitividad y la entrada de divisas, afectando el flujo de dólares necesario para la economía nacional.

Esteban Viani, economista y académico, añadió que los aranceles no solo perjudican a los exportadores, sino que también impactan el poder adquisitivo de los consumidores estadounidenses, generando un efecto negativo en cadena que podría retroalimentar la economía global.

La tensión diplomática y el futuro incierto

Este episodio se inscribe en un contexto global de proteccionismo creciente y tensiones comerciales que han marcado la última década. Chile, país pequeño y abierto al mundo, se ve ahora en la encrucijada de diversificar sus mercados y fortalecer sus acuerdos internacionales para no depender exclusivamente de socios tradicionales.

Mientras tanto, en el terreno político, el gobierno chileno ha debido maniobrar entre la presión de los sectores productivos y la necesidad de mantener una relación estratégica con Estados Unidos, un socio clave en materia de seguridad y comercio.

Conclusión: un espejismo de estabilidad

La exención temporal de aranceles al cobre chileno es un respiro, no una solución definitiva. El impacto del arancel del 10% sobre otros productos chilenos ya se siente y amenaza con profundizarse. La economía nacional enfrenta un escenario donde la incertidumbre y la necesidad de adaptación son las únicas certezas.

Las voces que emergen de distintos sectores no coinciden en la gravedad ni en las soluciones, pero convergen en un punto: la política comercial estadounidense ha cambiado las reglas del juego y Chile debe responder con estrategias que contemplen la complejidad de un mercado global cada vez más fragmentado y proteccionista.

Este episodio es, en definitiva, un llamado a la reflexión profunda sobre la vulnerabilidad estructural de la economía chilena y la urgencia de construir un futuro más resiliente y diversificado.