
Un respiro para el peso chileno, pero no una solución definitiva. El dólar retrocedió a 949 pesos en abril de 2025, marcando un descenso tras meses de presión cambiaria que tensionaron la economía local. Este movimiento, aunque pequeño, ha generado expectativas y debates sobre el futuro económico del país. Sin embargo, la tranquilidad es relativa y los desafíos estructurales siguen vigentes.
La caída del dólar frente al peso chileno se produjo en un contexto marcado por la implementación de aranceles internacionales y ajustes en las políticas monetarias. En el primer trimestre de 2025, el dólar mostró una volatilidad superior a la habitual, con cambios abruptos que reflejan la incertidumbre global y local. El Banco Central de Chile ha jugado un rol clave, intentando contener la inflación y estabilizar el mercado cambiario.
Desde el Gobierno, la lectura es optimista. "Esperamos que el crecimiento del PIB alcance un 2.2% este año, una recuperación que permitirá mejorar indicadores sociales y económicos", comentó un alto funcionario del Ministerio de Hacienda. Sin embargo, esta visión contrasta con la de economistas críticos que advierten sobre la fragilidad del escenario.
"La recuperación es insuficiente si no se abordan problemas estructurales como la baja productividad, la inversión extranjera estancada y la elevada desigualdad", señala la economista Paula Méndez, profesora de la Universidad de Chile.
En el Congreso, la discusión se ha polarizado. Mientras sectores de derecha enfatizan la necesidad de reducir impuestos y promover la inversión privada para dinamizar la economía, grupos de izquierda abogan por reformas tributarias que aumenten la recaudación para financiar políticas sociales.
En regiones, la percepción también varía. En zonas mineras y exportadoras, el descenso del dólar es visto con cautela, pues afecta los ingresos en dólares que sustentan la economía local. Por otro lado, consumidores urbanos celebran la relativa estabilidad cambiaria como un alivio para el costo de vida.
Chile ha transitado desde 2021 por una recuperación económica atípica, impulsada por retiros de fondos previsionales y estímulos fiscales que elevaron el consumo. Sin embargo, este crecimiento ha sido desigual y acompañado de una inflación persistente y un aumento en la deuda pública, la más alta en tres décadas.
La moneda nacional, con una historia que se remonta a 1817, sigue siendo un barómetro de la salud económica del país. La depreciación del peso durante los últimos años ha tensionado a hogares y empresas, exacerbando la desigualdad y la incertidumbre.
El retroceso del dólar en 2025 no debe interpretarse como un cambio de tendencia definitivo, sino como un episodio dentro de un ciclo de volatilidad que refleja problemas estructurales no resueltos. La economía chilena enfrenta un dilema: consolidar un crecimiento sostenido que incluya mejoras en productividad e inversión, mientras se manejan las demandas sociales y las tensiones políticas.
La discusión sobre impuestos, inversión extranjera, educación y políticas energéticas es más urgente que nunca. Sin reformas profundas, la estabilidad cambiaria será solo un espejismo pasajero.
En suma, el retroceso del dólar es un alivio momentáneo para la economía local, pero también un recordatorio de que Chile debe mirar más allá del corto plazo para construir un modelo económico más resiliente y equitativo.