Chile e India: El inicio de un vínculo estratégico con desafíos por delante

En abril de 2025, la visita oficial del Presidente Gabriel Boric a India marcó un punto de inflexión en la relación bilateral entre ambos países. Se anunció el inicio de negociaciones para un acuerdo de asociación estratégica integral que podría culminar en un tratado de libre comercio, un movimiento que abre nuevas puertas para la diversificación comercial chilena.

Este anuncio no es solo un gesto diplomático, sino un desafío para un país que históricamente ha dependido de la exportación de commodities. La apuesta es clara: potenciar la presencia de productos con valor agregado y fortalecer a las pequeñas y medianas empresas (Pymes), que hoy ven en India un mercado con gran potencial, especialmente en sectores como frutos secos, frutas, tecnología y agroindustria.

Sin embargo, el escenario no está exento de tensiones y cuestionamientos. Desde la derecha política, se ha puesto énfasis en la necesidad de cautela frente a un mercado tan complejo y competitivo como el indio, donde las barreras culturales, regulatorias y logísticas podrían limitar los beneficios esperados. Por otro lado, voces progresistas y del mundo empresarial destacan que la apertura comercial es una condición necesaria para que Chile deje de estar atado a la volatilidad de los precios internacionales de materias primas.

"India es solo el comienzo para Chile, pero para avanzar debemos preparar a nuestros emprendedores con políticas públicas sólidas y capacitación efectiva", señaló Johanna Reyes, vicepresidenta de G100 y directora de la Comunidad Mujeres Emprendedoras, evidenciando el rol activo que deben jugar las Pymes y los sectores emergentes.

A nivel regional, el impacto también es disímil. Mientras zonas productoras de frutos secos y frutas ven con optimismo la apertura de nuevos mercados, regiones mineras y exportadoras de cobre observan con preocupación que la diversificación pueda desviar recursos y atención.

En retrospectiva, el anuncio presidencial fue recibido con una mezcla de esperanza y escepticismo. Meses después, las negociaciones avanzan con lentitud y la concreción del tratado aún está lejos, lo que ha permitido un análisis más sosegado sobre las verdaderas capacidades y limitaciones del entramado productivo chileno para aprovechar esta alianza.

Las verdades que emergen son claras: Chile necesita diversificar su matriz exportadora y las relaciones con gigantes como India pueden ser una vía, pero no una solución mágica. Las consecuencias visibles hasta ahora muestran que sin un apoyo estructurado a las Pymes y sin una estrategia clara para superar las barreras culturales y comerciales, el acuerdo podría quedarse en buenas intenciones.

Este episodio es una invitación a mirar más allá del anuncio inmediato y a evaluar con rigor qué significa para Chile integrarse a mercados complejos y dinámicos. La historia recién comienza, y el coliseo comercial entre Chile e India seguirá desplegándose en los próximos años, con sus triunfos y sus tragedias.