
En abril de 2025, el anuncio del gobierno de Estados Unidos de imponer un arancel base del 10% a todas las importaciones, medida impulsada por la administración Trump y que afectó directamente a Chile, parecía un golpe más en un ciclo global de tensiones comerciales. El 3 de abril, la noticia sacudió los mercados y generó incertidumbre inmediata en la economía chilena. Sin embargo, a ocho meses de ese impacto inicial, la evaluación más profunda revela una historia compleja de desafíos, resistencias y adaptaciones que aún marcan el rumbo nacional.
Desde el primer momento, la medida estadounidense afectó sectores estratégicos para Chile, especialmente la minería, con una caída inicial en la demanda y precios del cobre, y la manufactura, que vio encarecidos sus insumos importados. El dólar se disparó y la bolsa local experimentó volatilidad significativa, reflejando el nerviosismo de los inversionistas.
El gobierno chileno enfrentó un dilema: ¿responder con medidas proteccionistas o apostar por la apertura y diversificación? La coalición gobernante mostró fracturas evidentes. Por un lado, sectores más conservadores insistían en mantener una línea dura para proteger industrias nacionales; por otro, voces pragmáticas abogaban por acelerar reformas estructurales para reducir la dependencia de Estados Unidos y fortalecer vínculos con Asia y Europa.
“La reacción inicial fue de shock, pero rápidamente entendimos que la supervivencia pasaba por innovar y diversificar, no por encerrarnos en un círculo vicioso de represalias”, señala un alto funcionario del Ministerio de Economía, que prefirió el anonimato.
El impacto social no tardó en hacerse sentir. Trabajadores de sectores exportadores y pymes vinculadas a la cadena de suministros enfrentaron incertidumbre laboral y financiera. Sin embargo, organizaciones gremiales y sindicatos mostraron posturas encontradas: algunos presionaron por políticas de protección y subsidios, mientras otros impulsaron la capacitación y reconversión productiva.
En el mundo empresarial, la respuesta fue también heterogénea. Grandes grupos ligados a la minería y exportación enfrentaron pérdidas temporales, pero aprovecharon la coyuntura para acelerar inversiones en innovación tecnológica y energías renovables. “Este periodo nos obligó a repensar el modelo y a apostar por la sostenibilidad y la automatización”, comenta un ejecutivo de una minera nacional.
Lejos de ser solo un golpe negativo, la crisis arancelaria terminó siendo un catalizador para reformas que ya se venían discutiendo hace años. El gobierno impulsó una agenda de diversificación económica, con foco en tecnología, energías limpias y desarrollo de sectores no tradicionales. Además, se avanzó en acuerdos comerciales con Asia-Pacífico y Europa, reduciendo la vulnerabilidad frente a Estados Unidos.
No obstante, esta transformación no ha estado exenta de críticas. Algunos sectores políticos, especialmente de la derecha más tradicional, acusan al gobierno de ceder demasiado rápido y de debilitar la soberanía económica nacional. Por otro lado, movimientos sociales y ambientalistas valoran el giro hacia un modelo más sostenible, aunque cuestionan la velocidad y profundidad de los cambios.
A ocho meses del anuncio de los aranceles, Chile ha demostrado capacidad de adaptación, pero también ha expuesto sus fragilidades estructurales. La experiencia deja en claro que la economía chilena no puede depender exclusivamente de un solo mercado ni de sectores tradicionales sin diversificación.
Además, la respuesta política y social ha evidenciado la necesidad de un diálogo más maduro y pragmático, que supere las posturas ideológicas rígidas y apueste por soluciones integrales. La tensión entre proteger intereses inmediatos y avanzar hacia la modernización seguirá siendo un desafío central.
Finalmente, el episodio ha puesto sobre la mesa la importancia de una estrategia de Estado a largo plazo, capaz de anticipar y gestionar riesgos globales, y de construir consensos amplios para fortalecer la resiliencia económica y social.
Este capítulo de la historia económica chilena, lejos de cerrarse, invita a una reflexión profunda sobre el sentido de crecimiento, soberanía y cooperación internacional en un mundo cada vez más interdependiente y complejo.
2025-11-13
2025-11-12