
Un giro abrupto en la política comercial estadounidense ha sacudido los cimientos del comercio global. El pasado abril, el gobierno de Estados Unidos anunció un paquete de aranceles "recíprocos" que afectan a más de 60 países, incluyendo a Chile y la mayoría de América Latina, con un impuesto mínimo del 10% a todas las importaciones, y tasas aún más altas para economías consideradas "abusadoras". El 3 de abril de 2025, Donald Trump presentó estas medidas que entraron en vigencia desde el 5 de abril.
El arancel base del 10% se aplica a todos los productos importados a EE.UU., mientras que países como China, la Unión Europea, Japón y Corea del Sur enfrentan gravámenes que superan el 20%. Para América Latina, la mayoría de los países, incluida Chile, están sujetos al arancel mínimo, salvo Nicaragua y Venezuela con tasas superiores. México y Canadá, amparados por el T-MEC, quedaron exentos de esta nueva ronda.
El gobierno estadounidense argumenta que estas tarifas buscan corregir un desequilibrio comercial histórico, con un déficit que en 2024 alcanzó los US$918.000 millones. "Durante décadas fuimos saqueados", afirmó Trump, defendiendo una política que pone al "trabajador estadounidense primero".
Desde Chile, el sector exportador enfrenta incertidumbre. La Cámara de Comercio de Santiago advirtió sobre el riesgo de pérdida de competitividad y posibles caídas en las exportaciones hacia el mercado estadounidense. Sin embargo, algunos economistas locales ven en la exclusión de México una ventana para que Chile diversifique y fortalezca sus acuerdos comerciales con Asia y Europa.
En la región, gobiernos reaccionaron con cautela. Brasil evalúa recurrir a la Organización Mundial del Comercio (OMC), mientras que Colombia estudia medidas para proteger su industria. México, por su parte, celebra su exclusión, que podría potenciar el nearshoring —la relocalización de producción cerca del consumidor— beneficiando a su industria manufacturera.
Desde Estados Unidos, expertos como Gustavo Flores-Macías, profesor en la Universidad de Cornell, advierten que el aumento de precios para consumidores será rápido y que la promesa de recuperar empleos manufactureros es incierta y de largo plazo. "El sistema internacional de comercio se está desmoronando", concluye Flores-Macías.
La imposición de estos aranceles marca un quiebre en el orden comercial multilateral construido tras la Segunda Guerra Mundial. Las bolsas internacionales reaccionaron con caídas, especialmente en empresas con fuerte exposición global como Apple y Amazon.
En Europa, líderes como la primera ministra italiana Giorgia Meloni y el primer ministro sueco Ulf Kristersson alertaron sobre el riesgo de una guerra comercial que debilitaría a Occidente. Canadá, aunque exento, prometió contramedidas firmes.
Para América Latina, la amenaza de una recesión global y el encarecimiento de insumos importados complican un panorama ya tensionado por la inflación y la desaceleración económica. Sin embargo, la disonancia también abre debates estratégicos sobre la diversificación de mercados y la necesidad de fortalecer cadenas productivas internas.
Este episodio confirma que la política comercial estadounidense puede alterar de forma abrupta las reglas del juego global, con efectos directos en economías emergentes como la chilena. La polarización entre proteccionismo y apertura comercial se profundiza, y la capacidad de los países para adaptarse será clave en los próximos años.
Chile y sus vecinos enfrentan un desafío doble: mitigar los impactos inmediatos y repensar sus estrategias de inserción internacional en un mundo donde la incertidumbre comercial se ha convertido en la nueva normalidad.
En definitiva, el "coliseo" del comercio global está en plena batalla, y Chile, como espectador y actor, no puede más que observar con atención y prepararse para la siguiente ronda.
2025-11-13
2025-11-12