
El otoño en el sur de Chile ha dejado de ser una temporada de transición para convertirse en un imán turístico con identidad propia.
A partir de abril, los bosques y paisajes de la Araucanía Andina, la Patagonia y la Carretera Austral se tiñen de colores cálidos y vibrantes que ofrecen un espectáculo visual único. Esta transformación natural no solo cautiva a amantes de la fotografía y la naturaleza, sino que también ha generado un cambio en el patrón turístico, desplazando la concentración tradicional del verano y el invierno.
En Melipeuco, la temporada otoñal ha significado una disminución de visitantes respecto al verano, pero a la vez una oportunidad para quienes buscan tranquilidad y precios más accesibles. El Parque Nacional Conguillío, con sus senderos como Sierra Nevada, se convierte en un escenario donde las araucarias milenarias y los volcanes activos como el Llaima se visten de rojo y amarillo, ofreciendo postales que contrastan con la habitual imagen verde vibrante.
“El otoño nos permite mostrar otra cara de la región, menos masiva y más íntima, que invita a conectar con la naturaleza en calma”, comenta un guía local de Melipeuco.
El Parque Nacional Torres del Paine, icono del turismo nacional e internacional, experimenta en otoño una disminución de vientos y visitantes. Esto ha abierto la puerta a un turismo más sostenible y menos masificado, donde actividades como el trekking a la base de las Torres o la navegación al glaciar Grey mantienen su atractivo pero con un ritmo distinto.
La menor afluencia permite una experiencia más cercana con el entorno, aunque no sin tensiones entre operadores turísticos que reclaman mayores ingresos por temporada corta.
En la Araucanía, localidades como Malalcahuello y Pucón han sabido capitalizar el atractivo otoñal. La Reserva Nacional Malalcahuello Nalcas, con sus bosques de araucarias y lengas, se convierte en un destino para fotógrafos y amantes del trekking. Pucón, por su parte, ofrece una combinación de parques nacionales, termas y saltos de agua que se disfrutan con menos turistas y precios más moderados.
“El otoño nos ha permitido diversificar la oferta y disminuir la presión sobre los recursos naturales durante verano”, señala un representante del municipio de Pucón.
Villa Cerro Castillo, puerta de entrada a un parque nacional que lleva su nombre, emerge como un destino para quienes buscan paisajes imponentes y tranquilidad. La estación otoñal intensifica los tonos rojizos en las laderas, creando un escenario ideal para escapadas cortas y turismo de naturaleza.
Mientras los operadores turísticos celebran la extensión de la temporada y la diversificación de la oferta, existen voces críticas que advierten sobre la necesidad de planificar el crecimiento turístico para evitar impactos negativos en ecosistemas frágiles. La tensión entre desarrollo económico y conservación ambiental se hace evidente.
Desde una perspectiva social, comunidades locales valoran el aumento de visitantes en otoño, pero también expresan preocupación por la capacidad de infraestructura y servicios.
El otoño en el sur de Chile se ha consolidado como una estación que no solo transforma el paisaje, sino que también redefine el turismo regional. La combinación de menor afluencia, precios más accesibles y paisajes cambiantes ofrece una experiencia distinta a la masividad estival o invernal. Sin embargo, esta nueva realidad implica desafíos en la gestión sostenible y equitativa del territorio.
Lo que queda claro es que el sur chileno en otoño invita a detenerse, mirar con atención y valorar la naturaleza en su transición, mientras se debate cómo equilibrar la llegada de visitantes con la preservación de su identidad y ecosistemas.