
Un pulso internacional con repercusiones locales
El 2 de abril de 2025, el dólar estadounidense cerró en 953,50 pesos chilenos, marcando un aumento del 0,59% respecto al día anterior, justo antes de los anuncios esperados del entonces presidente Donald Trump. Este movimiento fue interpretado como un reflejo de la incertidumbre global que pesa sobre las economías emergentes, entre ellas la chilena.
Desde entonces, la moneda estadounidense ha mantenido una tendencia alcista, con un incremento acumulado del 2,15% en la última semana y un 6,38% interanual, indicadores que reflejan una mayor demanda de refugio ante escenarios políticos y económicos inciertos.
Perspectivas y tensiones en la economía chilena
El Banco Central proyectó para 2025 un crecimiento del PIB real del 2,2%, una recuperación tras años de bajo dinamismo. Sin embargo, esta expectativa positiva convive con una serie de desafíos estructurales que limitan el potencial de crecimiento a largo plazo.
“La recuperación es frágil y está condicionada por la necesidad de reformas profundas en educación, infraestructura y política fiscal,” señala un economista del Centro de Estudios Públicos (CEP).
La inversión extranjera directa (IED), crucial para dinamizar la economía, permanece por debajo de los niveles de hace más de una década. Factores como la inestabilidad social, altos impuestos corporativos y costos del capital se interponen en el camino.
Voces encontradas: entre la cautela y la oportunidad
Desde el mundo empresarial, existe un llamado a aprovechar el auge del nearshoring —la relocalización de cadenas productivas— como una oportunidad para atraer capitales y generar empleo. Sin embargo, sindicatos y movimientos sociales advierten que un crecimiento sin equidad podría profundizar las desigualdades existentes.
“No basta con crecer; el crecimiento debe ser inclusivo y sostenible para evitar repetir errores del pasado,” afirma una dirigente sindical de la CUT.
Por su parte, sectores políticos conservadores enfatizan la necesidad de estabilidad macroeconómica y control inflacionario, mientras que fuerzas progresistas abogan por reformas tributarias y sociales que permitan una distribución más justa de la riqueza.
El peso chileno en la encrucijada
La moneda local, vigente desde 1975 bajo regulación del Banco Central, ha vivido episodios de volatilidad que reflejan las tensiones internas y externas. La depreciación frente al dólar no solo afecta el poder adquisitivo de las personas, sino que también incide en la inflación y en la deuda pública, que alcanzó un 37% del PIB, la más alta en tres décadas.
Las monedas menores, como las de 1 y 5 pesos, dejaron de circular oficialmente en 2017, mientras que las de 100 pesos fabricadas entre 1981 y 2000 están siendo retiradas para modernizar el sistema monetario.
Conclusiones y certezas
A seis meses de aquel episodio que reactivó el debate sobre el dólar y la economía chilena, queda claro que la volatilidad cambiaria es un síntoma de problemas más profundos. El fortalecimiento del dólar no puede interpretarse solo como una reacción a anuncios externos, sino como un reflejo de la vulnerabilidad estructural del país.
Chile enfrenta un desafío doble: consolidar un crecimiento económico que sea sostenible y, a la vez, implementar reformas que reduzcan la desigualdad y fortalezcan la confianza de inversionistas y ciudadanos por igual.
La narrativa no es unánime ni simple; es un escenario donde convergen intereses, esperanzas y temores. El peso chileno, en su curso fluctuante, se convierte en un termómetro de esta compleja realidad que seguirá evolucionando en los próximos años.
2025-11-12
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