El talento joven en Chile: ¿motor de cambio o reflejo de desigualdades persistentes?

Un duelo de generaciones en el mercado laboral chileno

En octubre de 2025, un estudio conjunto de La Tercera, Cajas de Chile y el Observatorio del Contexto Económico de la Universidad Diego Portales (OCEC UDP) reveló el complejo escenario que enfrentan los jóvenes chilenos en su tránsito hacia la adultez laboral. La narrativa habitual que pinta a los jóvenes como un bloque homogéneo se desmorona ante cifras que muestran dos realidades separadas: el grupo de 18 a 24 años, mayormente estudiando y dependiente económicamente, y el de 25 a 34 años, que ya se inserta en el mercado laboral con mayor autonomía.

El 71,7% de los jóvenes entre 18 y 24 años aún viven con sus padres, y sólo un 7,2% asume el rol de proveedor principal en su hogar. En contraste, casi la mitad de los adultos jóvenes tienen hijos y una inserción laboral más estable, aunque no exenta de precariedad.

El ring de la informalidad y el desempleo

La pelea se intensifica en el terreno laboral. La tasa de desempleo juvenil alcanza un preocupante 20,5%, más del doble que en adultos jóvenes (9,9%). Además, la informalidad afecta al 34,7% de los jóvenes, frente al 22,1% de los adultos jóvenes. Esta realidad expone una brecha estructural que no se ha cerrado pese a los esfuerzos de políticas públicas.

Desde la perspectiva empresarial, algunos sectores valoran la flexibilidad que ofrece la contratación juvenil, aunque reconocen que esto puede derivar en empleos con jornadas parciales y contratos a plazo fijo, que limitan la estabilidad.

“Los jóvenes valoran las prestaciones complementarias de las Cajas de Compensación, especialmente las relacionadas con salud y crédito social, como un apoyo necesario frente a la protección estatal insuficiente”, afirma el informe del OCEC UDP.

Voces que chocan: Estado, mercado y sociedad civil

El debate político no se ha hecho esperar. Por un lado, sectores progresistas llaman a fortalecer la protección social y a regular la precariedad laboral juvenil, enfatizando la necesidad de políticas integrales que incluyan educación, salud mental y acceso a vivienda.

Por otro lado, representantes del mundo empresarial y algunos partidos de centroderecha advierten que una regulación más estricta podría desincentivar la contratación y reducir las oportunidades laborales para los jóvenes.

En regiones, la percepción también varía. En zonas urbanas, la inserción laboral es más dinámica, aunque con altos niveles de informalidad. En áreas rurales, la falta de infraestructura y oportunidades amplifica la vulnerabilidad juvenil.

Más allá del empleo: implicancias demográficas y sociales

El estudio proyecta que para 2050, los jóvenes de 18 a 24 años representarán sólo un 7,3% de la población total, reflejo de cambios demográficos profundos. Esta reducción plantea desafíos para el mercado laboral y la sostenibilidad de los sistemas de protección social.

Además, la transición a la adultez laboral conlleva decisiones cruciales: terminar estudios, independizarse, formar familia. Estas etapas se ven marcadas por la precariedad y la incertidumbre, generando un caldo de cultivo para el malestar social y la desafección política.

Conclusiones en el cuadrilátero

La historia del empleo juvenil en Chile no es una simple lucha entre jóvenes y mercado laboral, sino un escenario multifacético donde convergen desigualdades, políticas públicas insuficientes y expectativas sociales encontradas.

Los datos confirman que, aunque el talento joven es un motor potencial de cambio, ese impulso se ve frenado por condiciones laborales precarias y un sistema de protección social que no termina de adaptarse a sus necesidades.

La tensión entre flexibilidad y seguridad laboral, entre oportunidades y protección, sigue abierta. La apuesta para el futuro es clara: construir un modelo que reconozca la heterogeneidad juvenil y ofrezca caminos sostenibles hacia la autonomía, sin sacrificar la dignidad ni la estabilidad.

Este es el verdadero duelo que Chile debe observar, con la mirada atenta y la voluntad de intervenir con inteligencia y humanidad.