El debate constitucional en el PC: ¿prioridad en pausa o renuncia tácita?: La tensión entre urgencia política y estrategia electoral

Un debate que no cesa, pero que se dilata. A siete meses desde las declaraciones del timonel del Partido Comunista (PC), Lautaro Carmona, la discusión sobre la prioridad política del debate constitucional sigue generando una fisura notable en el espectro político chileno. El 1 de abril de 2025, Carmona afirmó en una entrevista con Consuelo Saavedra que el debate constitucional podría no incorporarse como prioridad en la propuesta programática del PC para las próximas elecciones. Esta declaración, lejos de ser un simple ajuste discursivo, desató un choque de interpretaciones y expectativas entre los actores políticos y la ciudadanía.

Perspectivas enfrentadas: estrategia y urgencia

Desde la mirada oficialista, la postura del PC fue recibida como un gesto de pragmatismo político, una señal de que las urgencias inmediatas del país —como la economía, la seguridad y la gestión social— deben primar sobre una nueva constitución. La Moneda y sectores del oficialismo interpretaron esta posición como un reconocimiento tácito de que el debate constitucional no está en la agenda inmediata, una postura que algunos celebran como realista.

Sin embargo, para la izquierda más crítica y movimientos sociales, 'la dilación es una traición a las demandas ciudadanas'. Para ellos, la nueva Constitución no es un lujo ni un tema de agenda secundaria, sino un eje estructural para resolver desigualdades y conflictos históricos. Desde esta óptica, la declaración de Carmona es vista como un intento de desactivar una presión popular legítima, y un reflejo de las tensiones internas del PC entre pragmatismo electoral y compromiso transformador.

La ciudadanía como árbitro: una paradoja política

Un elemento que atraviesa todas las lecturas es la insistencia en que, pese a las diferencias internas, no se renuncia a que la soberanía ciudadana sea la que decida el destino del debate constitucional. Carmona señaló que 'algún día será la soberanía ciudadana la que determine cambios estructurales'. Esta afirmación abre un espacio ambiguo: ¿se trata de una renuncia estratégica a corto plazo o de una apuesta a largo plazo por un proceso constituyente decidido desde la base?

Esta ambigüedad refleja un desafío mayor para la política chilena: cómo balancear la urgencia de reformas profundas con el ritmo de las decisiones institucionales y electorales. En regiones, donde el clamor por cambios constitucionales se siente con fuerza, esta tensión se traduce en un sentimiento de frustración y creciente distancia entre representantes y representados.

Conclusiones y consecuencias visibles

La declaración del timonel comunista y su recepción pública evidencian que el debate constitucional en Chile no es solo una cuestión de contenido jurídico, sino un campo de batalla político-estratégico. La prioridad o no del tema en la agenda del PC no es un mero detalle: simboliza la disputa entre diferentes visiones sobre el ritmo y el alcance del cambio.

En definitiva, la historia reciente confirma que el debate constitucional chileno está lejos de cerrarse. La tensión entre pragmatismo y urgencia, entre institucionalidad y movilización ciudadana, seguirá marcando la política nacional. La ciudadanía, por ahora, observa desde las gradas, expectante y crítica, consciente de que el verdadero desenlace depende tanto de las decisiones partidarias como de su propia capacidad para incidir en ellas.