Tensión en la frontera Chile-Perú: Entre denuncias de descontrol y llamados a la normalidad

Tensión en la frontera Chile-Perú: Entre denuncias de descontrol y llamados a la normalidad
Actualidad
Conflictos sociales
2025-12-01
Fuentes
www.biobiochile.cl www.latercera.com www.latercera.com radio.uchile.cl www.latercera.com cooperativa.cl cooperativa.cl cooperativa.cl cooperativa.cl www.t13.cl www.latercera.com www.df.cl www.latercera.com www.latercera.com

Migrantes devueltos por Perú, presencia militar en la frontera, y discrepancias entre autoridades locales y nacionales configuran un choque de relatos que revela grietas profundas en la gestión migratoria.

En las últimas semanas, la frontera norte de Chile con Perú se ha convertido en un escenario donde convergen tensiones políticas, sociales y diplomáticas que ya no pueden ser reducidas a titulares inmediatos. El gobernador regional de Arica y Parinacota, Diego Paco (RN), denunció un “descontrol absoluto” tras la difusión de un video en el que se observa a migrantes en situación irregular siendo devueltos desde Perú hacia Chile. Esta imagen, que contrasta con la narrativa oficial, ha abierto un debate que atraviesa desde la seguridad pública hasta la política migratoria y la diplomacia bilateral.

Por su parte, el alcalde de Arica, Orlando Vargas, ha descartado la existencia de una crisis, calificando la situación como “muy normal”, y resaltando que el único cambio visible ha sido el despliegue de unos 50 efectivos militares peruanos en la frontera. Vargas insiste en que el municipio está preparado para asistir a los migrantes si la situación se agrava y reclama la necesidad de una política migratoria más rigurosa y coordinada, incluyendo la creación de corredores humanitarios estables.

Este contraste de percepciones refleja un choque de miradas que no solo divide a las autoridades locales y nacionales, sino que también pone en evidencia las complejidades de una frontera que es más que un punto geográfico: es un espacio de tensiones sociales, económicas y políticas.

Desde el Ejecutivo, el ministro de Seguridad Pública, Luis Cordero, ha llamado a la responsabilidad pública y ha reconocido que la concentración de migrantes que desean salir de Chile hacia Perú ha generado dificultades, pero sostiene que el flujo es “relativamente normal”. “Hasta ahora mantenemos plenas coordinaciones en ese paso fronterizo sin ninguna alteración”, afirmó, al tiempo que informó que se activó un diálogo entre cancillerías para evitar una crisis humanitaria.

Este diálogo binacional, materializado en la primera sesión del Comité Binacional de Cooperación Migratoria, ha acordado fortalecer la coordinación operativa entre fuerzas policiales de ambos países, implementar patrullajes conjuntos y mejorar el intercambio de información. Sin embargo, la declaración de estado de emergencia por parte del gobierno peruano en provincias limítrofes, con apoyo militar para controlar el ingreso irregular, ha tensionado aún más la situación.

En este escenario, la disputa política no se ha hecho esperar. Diego Paco ha emplazado directamente al Presidente Gabriel Boric para que visite la zona y tome medidas urgentes. Por otro lado, el ministro Cordero ha pedido manejar los temas de seguridad nacional con mesura, evitando que se conviertan en armas políticas.

Para la ciudadanía y los migrantes, la frontera se ha transformado en un espacio incierto y a veces hostil. Las devoluciones forzadas, la militarización y la falta de un corredor humanitario estable generan desconfianza y vulnerabilidad. Las voces de organizaciones sociales y de derechos humanos, aunque menos visibles en este momento, alertan sobre el riesgo de que las medidas de control se traduzcan en violaciones a los derechos fundamentales.

La verdad que emerge de este cruce de relatos es que la frontera norte chilena está lejos de ser un territorio tranquilo o bien gestionado. Existe una tensión real entre la necesidad de controlar flujos migratorios y la obligación de garantizar derechos y dignidad. La militarización y las devoluciones son respuestas que alivian tensiones inmediatas pero no resuelven las causas profundas ni los desafíos estructurales.

En conclusión, la frontera Chile-Perú se ha transformado en un espejo donde se reflejan las contradicciones de la política migratoria chilena y la complejidad de las relaciones bilaterales. La gestión de esta crisis requiere más que despliegues militares o llamados a la normalidad: demanda una estrategia integral, coordinada y humana que reconozca la realidad social y política de la región. Mientras tanto, el espectáculo de acusaciones, videos y discursos contrapuestos mantiene a la región en una tensión que no parece disiparse pronto.