Chile frente a su nuevo ciclo económico: ¿un Long Boom o un espejismo?

Chile frente a su nuevo ciclo económico: ¿un Long Boom o un espejismo?
Economía
Macroeconomía
2025-12-01
Fuentes
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- Dos motores simultáneos: ahorro interno y auge del cobre.

- Política y percepción social: un vuelco en la narrativa sobre las AFP y la minería.

- Riesgos latentes: dependencia de commodities y vulnerabilidades políticas.

En las últimas semanas, la discusión sobre el futuro económico de Chile ha cobrado un nuevo aire, lejos del ruido inmediato y la polarización de las redes sociales. El 27 de octubre de 2025, El Mostrador publicó un análisis que anticipaba la posibilidad de un "Long Boom" para Chile, un ciclo prolongado de prosperidad basado en dos factores clave: un aumento significativo del ahorro interno y un precio del cobre en niveles históricos. Esta narrativa, retomada y ampliada por expertos y analistas, invita a repensar las perspectivas económicas del país con una mirada más madura y compleja.

Dos motores que podrían impulsar el crecimiento

El primero es el ahorro interno, impulsado por la reforma previsional que elevó las cotizaciones en las AFP del 10% al 14,5%, lo que se traduce en un aumento del 45% en los fondos disponibles para inversión. Este fenómeno no es menor: históricamente, Chile fue pionero en América Latina por contar con un stock de ahorro de largo plazo que financió infraestructura, empresas y proyectos diversos, llegando a representar hasta un 80% del PIB. Como señala Gonzalo Restini, emprendedor y panelista de Radio Duna, "la disponibilidad de ahorro interno es la base de la unicidad del sistema chileno desde los 80".

El segundo motor es el cobre, cuya demanda está siendo catapultada por la expansión de tecnologías como la inteligencia artificial y la electromovilidad, que requieren grandes cantidades de este mineral. Citi y Bank of America proyectan que el precio del cobre podría alcanzar hasta US$ 6,8 la libra, un nivel inédito en la historia reciente. La oferta, en cambio, crece lentamente, lo que genera un escenario favorable para Chile, principal productor mundial.

Cambios en la percepción social y política

Sorprendentemente, dos elementos antes criticados con dureza —las AFP y la minería— han visto un cambio en su narrativa. Durante años, las AFP fueron señaladas como el "Robin Hood al revés", acusadas de transferir riqueza de los pobres a los ricos. Sin embargo, las reformas recientes han fortalecido el sistema, consolidando su rol como motor de inversión. Por otro lado, la minería, vista por sectores intelectuales y ambientalistas como un modelo extractivista y dañino, vuelve a posicionarse como un pilar indispensable para el desarrollo económico.

Este giro no está exento de tensiones. Desde la izquierda, se advierte que depender excesivamente de los commodities y la inversión privada puede profundizar desigualdades y dejar de lado la justicia ambiental. Por su parte, sectores empresariales y políticos liberales celebran la oportunidad de un ciclo largo de crecimiento, aunque reconocen que la política debe mantenerse al margen para no entorpecer el proceso.

Riesgos y desafíos a la vista

No todo es optimismo. Chile no puede olvidar las lecciones del pasado. La dependencia de los precios internacionales del cobre implica vulnerabilidades externas, especialmente ante un contexto global incierto y la competencia creciente de otros países productores. Además, la política sigue siendo un factor decisivo. Como advierte Restini, "hay que evitar que la hojarasca política meta la cola y sabotee el proceso". La experiencia de países ricos en recursos naturales que han caído en crisis por mala gestión política —como Venezuela o Bolivia— está fresca en la memoria.

A nivel social, la distribución equitativa de los beneficios de este posible boom es una preocupación latente. El aumento del ahorro previsional debe traducirse en mejores condiciones para la mayoría, no solo en ganancias para las élites económicas.

Constataciones finales

Chile se encuentra en una encrucijada económica que podría marcar un nuevo ciclo de prosperidad si logra conjugar sus fortalezas estructurales con una gestión política responsable y una distribución justa de los beneficios. El "Long Boom" no es una garantía, sino una posibilidad que exige prudencia, visión de largo plazo y participación ciudadana crítica.

La historia reciente muestra que los mismos factores que pueden impulsar el progreso también pueden ser fuente de conflictos si no se manejan con cuidado. La oportunidad está sobre la mesa, pero el desafío es convertirla en un motor sostenible y equitativo para las próximas décadas.