
Tres años después del inicio del gobierno de Gabriel Boric, el Frente Amplio (FA) emerge como un actor político que ha logrado una síntesis inédita en la izquierda chilena. Desde 2022 hasta 2025, esta coalición ha transitado un camino marcado por tensiones internas y debates profundos, que hoy se traducen en un proyecto político que busca superar las fracturas del pasado.
El sociólogo Tomás Leighton, director ejecutivo del think tank Rumbo Colectivo ligado al FA, ha señalado que 'las diferencias han ido cediendo' entre los distintos sectores progresistas, dando paso a una 'nueva izquierda' que combina elementos del mundo de la Concertación y Apruebo Dignidad. Este proceso no ha sido meramente una cuestión de poder, sino un convencimiento de que la izquierda debe construir un proyecto maduro, con aprendizajes de experiencias previas.
Leighton identifica tres pilares fundamentales que definen esta nueva síntesis. Primero, la idea de que el proyecto de protección social debe incluir también la seguridad ciudadana. Esto implica, por ejemplo, un consenso en la necesidad de desarmar a los delincuentes y perseguir el dinero ilegal, reforzando el rol de las fuerzas policiales. Esta postura ha generado debate tanto dentro como fuera del FA, enfrentando a quienes privilegian un enfoque más garantista con aquellos que priorizan la seguridad como condición para la justicia social.
En segundo lugar, se destaca el desafío de diversificar y agregar valor a la canasta exportadora chilena. Pese a los numerosos tratados comerciales vigentes, Chile sigue exportando principalmente materias primas, con poco desarrollo industrial o tecnológico. Este punto abre una discusión crítica sobre el modelo económico heredado y las posibilidades de un giro hacia una economía más inclusiva y sostenible.
Finalmente, la defensa de los programas sociales que han permitido la emergencia y consolidación de la clase media es el tercer eje. 'La solidaridad es un valor social que se demuestra en momentos de catástrofe y en la vida cotidiana', afirma Leighton, subrayando que el gasto público debe ser eficiente y orientado a quienes más lo necesitan, evitando recortes indiscriminados.
Desde la perspectiva de la Democracia Cristiana (DC), tradicionalmente más centrista, se observa una mayor cercanía con el FA en temas sociales y de seguridad, aunque persisten diferencias en la visión económica. Por otro lado, sectores comunistas y socialistas valoran la nueva síntesis como un avance hacia la unidad progresista, aunque algunos críticos advierten riesgos de diluir identidades políticas históricas.
Ciudadanos y organizaciones sociales han recibido con escepticismo esta convergencia, señalando que la retórica no siempre se traduce en políticas efectivas, especialmente en materia de seguridad y desigualdad.
La evolución del Frente Amplio hacia una nueva izquierda chilena refleja un proceso de maduración política que intenta superar la fragmentación tradicional del progresismo. La convergencia en temas clave como seguridad, economía y protección social no elimina las tensiones, pero sí muestra un camino hacia un proyecto político más cohesionado.
Este proceso, sin embargo, no está exento de desafíos: la capacidad de traducir acuerdos en políticas públicas efectivas, la gestión de disensos internos y la respuesta a las expectativas ciudadanas serán determinantes para su futuro.
La historia reciente demuestra que las síntesis políticas son siempre frágiles y requieren de constante negociación y autocrítica. La nueva izquierda chilena, en su intento por ser un actor relevante y transformador, está en plena definición de su identidad y rumbo, un escenario que invita a la reflexión profunda más allá del ruido inmediato de la contingencia.
---
_Fuentes: Cooperativa.cl, declaraciones de Tomás Leighton en El Primer Café (marzo 2025), análisis políticos y sociales posteriores al tercer año del gobierno Boric._