China recupera su pulso manufacturero: El respiro que podría ser efímero ante la sombra de nuevos aranceles

En marzo de 2025, el sector manufacturero chino alcanzó su nivel más alto en 12 meses, un dato que inicialmente parecía indicar un alivio para la segunda economía mundial y sus socios comerciales. Sin embargo, este repunte llegó en un contexto de incertidumbre, marcado por la amenaza de una nueva ronda de aranceles "recíprocos" anunciada por la administración estadounidense.

El índice oficial de gerentes de compras (PMI) subió a 50,5 desde 50,2, lo que refleja un crecimiento modesto pero significativo, impulsado principalmente por un aumento en los nuevos pedidos y la producción. Además, el PMI no manufacturero, que incluye servicios y construcción, también mostró un avance, llegando a 50,8.

Desde la perspectiva oficial china, estos números sugieren que las políticas fiscales y monetarias de estímulo están comenzando a hacer efecto, con un mayor énfasis en la demanda interna para compensar la caída en las exportaciones. Sin embargo, expertos como Julian Evans-Pritchard, economista de Capital Economics, advierten que "las encuestas siguen siendo coherentes con un crecimiento más lento del PIB en el primer trimestre, en un contexto de debilidad en el sector servicios".

En el otro extremo del ring, la administración estadounidense, bajo la presidencia de Donald Trump, ha mantenido una postura firme y sancionadora. Tras imponer un arancel acumulativo del 20% a las importaciones chinas desde enero, se esperaba que anunciara nuevas medidas para abordar los desequilibrios comerciales y la problemática del flujo de precursores químicos usados en la fabricación del fentanilo.

Este enfrentamiento comercial tiene repercusiones más allá de los dos gigantes. Para Chile, uno de los principales proveedores de cobre a Estados Unidos y China, la situación es un desafío estratégico. Desde el Gobierno chileno se ha destacado la importancia de mantener el país como socio confiable en la cadena global de suministro de cobre, vital para la transición energética y la industria tecnológica.

Las voces dentro de Chile están divididas. Por un lado, sectores empresariales y exportadores ven con preocupación la posibilidad de que una escalada en la guerra comercial afecte la demanda y los precios del cobre. Por otro, analistas y académicos llaman a aprovechar esta coyuntura para diversificar mercados y fortalecer la economía interna.

En definitiva, el escenario que se dibuja es una lucha de fuerzas donde cada movimiento puede alterar el tablero global. El breve respiro manufacturero en China es, hasta ahora, un acto de resistencia más que una victoria definitiva. Mientras tanto, Estados Unidos mantiene su acoso arancelario, y Chile observa expectante, consciente de que su futuro económico está entrelazado con ambos contendores.

Este episodio confirma que las tensiones comerciales no se resuelven con simples indicadores positivos, sino que requieren una mirada profunda y prolongada para entender sus consecuencias en la economía global y regional. La verdad que emerge es clara: el pulso entre China y Estados Unidos continuará definiendo las reglas del juego, y las economías como la chilena deberán prepararse para navegar en aguas turbulentas, con la resiliencia como única garantía.