
En un escenario político chileno donde la fragmentación y la volatilidad se han vuelto moneda corriente, Franco Parisi anunció oficialmente su tercera candidatura presidencial el 30 de marzo de 2025. Después de dos intentos previos en 2013 y 2021, el economista y líder del Partido de la Gente (PDG) se dispone a recorrer el país para hacer campaña en terreno, en un giro respecto a sus campañas anteriores, mayormente virtuales.
Este regreso no está exento de controversias. Parisi, quien reside en Estados Unidos desde hace años, ha enfrentado acusaciones de acoso sexual en su paso por la academia estadounidense, denuncias que él mismo ha desestimado y que no prosperaron judicialmente. También ha estado en el ojo público por una deuda millonaria en pensión de alimentos, asunto que asegura haber resuelto.
La candidatura de Parisi se presenta como un desafío al statu quo político chileno, con un discurso que apela a la desconexión entre la clase política tradicional y los ciudadanos comunes. Sin embargo, su presencia polariza a distintos sectores:
Desde la derecha tradicional, se le ve como un competidor que podría dispersar votos, debilitando alianzas que buscan consolidar una opción unificada para enfrentar a la izquierda.
En la izquierda y centroizquierda, se interpreta su candidatura como un fenómeno populista que desvía la atención de debates programáticos profundos, y que puede beneficiar indirectamente a la derecha.
En regiones, su estrategia de campaña en terreno busca capitalizar el descontento local con la centralización y la desconexión del poder en Santiago, aunque la eficacia de este enfoque aún está por verse.
Entre la ciudadanía, las opiniones oscilan entre quienes valoran su mensaje anti-establishment y quienes cuestionan su falta de claridad programática y antecedentes personales.
Este episodio político se inscribe en un contexto donde la política chilena está marcada por la búsqueda de nuevas narrativas y liderazgos que conecten con una sociedad cansada de promesas incumplidas y crisis recurrentes. Parisi, con su estilo disruptivo y controversial, encarna ese fenómeno.
Al analizar su tercera candidatura con la distancia temporal que permite evaluar su impacto real, quedan en evidencia varias conclusiones:
- Su presencia en la papeleta electoral fragmenta aún más el voto, dificultando la consolidación de mayorías claras.
- La estrategia de campaña en terreno refleja una adaptación a las demandas ciudadanas de mayor cercanía y presencia física, aunque llega tarde para revertir la percepción de un candidato distante.
- Las controversias personales, aunque no judicializadas, siguen siendo un lastre para su legitimidad ante amplios sectores del electorado.
En definitiva, la historia de Franco Parisi en la política chilena es la de un outsider que ha sabido capitalizar la frustración social, pero que enfrenta los límites de su figura cuando se confronta con la complejidad y exigencias del poder formal. Su tercera candidatura es una muestra palpable de las tensiones y desafíos que atraviesa el sistema político chileno en la actualidad.