Chile ante la inevitable sacudida: lecciones y controversias tras el temblor del 29 de marzo de 2025

Chile ante la inevitable sacudida: lecciones y controversias tras el temblor del 29 de marzo de 2025
Actualidad
Conflictos sociales
2025-12-02
Fuentes
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- Temblor de magnitud variable sacudió varias regiones del país.

- Diferencias en la percepción y preparación social y gubernamental.

- Debate abierto sobre protocolos y respuesta estatal ante desastres naturales.

El 29 de marzo de 2025, Chile volvió a recordarle a su población la implacable presencia de la naturaleza. Un temblor de magnitudes entre 3.0 y 4.3 afectó distintas zonas del territorio nacional, desde la región de Atacama hasta la Araucanía, registrándose movimientos sísmicos en puntos tan dispares como Navidad, San Pedro de Atacama y Chañaral.

Este episodio, que en términos técnicos no alcanzó a ser un terremoto mayor, dejó al descubierto las tensiones subyacentes en la preparación y respuesta ante sismos, así como las diferentes narrativas que emergen en el debate público.

Desde la perspectiva oficial, el Servicio Nacional de Prevención y Respuesta ante Desastres (Senapred) reiteró las recomendaciones clásicas: mantener la calma, protegerse bajo muebles resistentes, y contar con un plan familiar de emergencia. Sin embargo, voces críticas han señalado que estas indicaciones, aunque necesarias, resultan insuficientes para un país que se ubica en el límite de dos placas tectónicas activas.

“La educación en gestión de riesgos debe ser transversal y constante, no solo un recordatorio tras cada sismo,” señala la académica en geociencias de la Universidad de Chile, María Fernanda González.

En contraste, sectores sociales más vulnerables expresaron preocupación por la desigualdad en el acceso a infraestructura segura y a la información adecuada. En barrios periféricos de Santiago y regiones del sur, la percepción es que la preparación estatal no llega con la misma fuerza que en zonas urbanas acomodadas.

“Cuando la tierra tiembla, también se revelan las grietas sociales,” comenta un dirigente comunitario de La Pintana, evidenciando la sensación de abandono que persiste en algunos sectores.

Políticamente, el episodio generó un choque de interpretaciones. Desde la derecha, se destacó la actuación rápida de las autoridades y la efectividad de los sistemas de alerta temprana. En cambio, desde la izquierda, se cuestionó la falta de inversión suficiente en políticas preventivas y en la modernización de la infraestructura pública.

El debate no se limita a la preparación técnica. También está la dimensión cultural y emocional. Para muchos, estos temblores reavivan memorias traumáticas de eventos mayores, como el terremoto de 2010, y generan una sensación ambivalente entre la resiliencia y la vulnerabilidad.

De hecho, en redes sociales y foros ciudadanos se ha instalado una reflexión colectiva sobre cómo el país enfrenta el riesgo sísmico: ¿es una cuestión de azar o de voluntad política? ¿Cómo equilibrar la urgencia de la prevención con las limitaciones presupuestarias y sociales?

Tras semanas de análisis y revisión de datos oficiales, se constata que:

- Chile sigue siendo uno de los países más sísmicos del mundo, con una actividad constante que exige vigilancia permanente.
- Las recomendaciones oficiales son claras, pero su implementación efectiva aún presenta brechas significativas, especialmente en sectores más vulnerables.
- La respuesta política y social al temblor del 29 de marzo refleja las divisiones estructurales del país, que van más allá de la geología.

En definitiva, el temblor no solo movió la tierra, sino que también puso en evidencia la compleja trama humana que enfrenta Chile ante sus desafíos naturales: una tragedia colectiva que convoca a la reflexión profunda sobre la convivencia con un territorio que nunca deja de sacudirnos.