
En definitiva, la ofensiva estadounidense en el Caribe se ha convertido en un escenario donde convergen tragedias humanas, disputas políticas y dilemas legales. Los hechos confirman la existencia de operaciones militares con consecuencias letales, mientras las voces enfrentadas revelan una región dividida entre la defensa de la seguridad y la denuncia de violaciones a derechos fundamentales. La historia aún está en desarrollo, pero lo que queda claro es que la estrategia militar estadounidense ha desatado una tormenta que obliga a repensar las formas de abordar el narcotráfico sin sacrificar la legalidad ni la dignidad humana.