
Un despliegue inédito en el transporte público chileno ha marcado el primer semestre de 2025: doce estaciones de Metro de Santiago se transformaron en puntos de vacunación contra virus respiratorios, incluyendo la influenza, con horarios extendidos hasta las 19:30 horas y operativos en colegios, centros comerciales y hogares de larga estadía. La iniciativa, impulsada por la Seremi de Salud Metropolitana, buscó acercar la inmunización a la población urbana, especialmente en un contexto donde la circulación viral ha aumentado en más de un 170% respecto a 2023.
El seremi Gonzalo Soto enfatizó que 'es importante que las personas tomen conciencia que es relevante vacunarse con anticipación y no a última hora', recordando que la inmunidad completa demora hasta 10 días en consolidarse. Sin embargo, más allá de la logística, esta campaña ha desatado un debate que va más allá de la salud pública y toca fibras sociales y políticas profundas.
Por un lado, sectores del gobierno y expertos en salud pública valoran la estrategia como una innovación necesaria para superar barreras de acceso y aumentar la cobertura. Desde esta perspectiva, la decisión de emplazar puntos en estaciones de Metro —lugares de alta afluencia y diversidad social— representa una apuesta por la equidad y la prevención temprana.
En contraste, voces críticas desde comunidades vulnerables y organizaciones sociales han denunciado que la estrategia no ha logrado disipar la desconfianza hacia las autoridades sanitarias, ni resolver el déficit informativo sobre los beneficios y riesgos de las vacunas. 'La gente quiere vacunarse, pero también exige transparencia y garantías reales, no solo facilidades logísticas', señala una dirigente vecinal de Puente Alto.
Además, la campaña ha evidenciado disparidades regionales y socioeconómicas. Mientras Santiago central concentra los puntos de vacunación en el Metro, otras comunas y regiones rurales enfrentan aún dificultades para acceder a vacunas, acentuando la brecha en salud pública.
Desde el mundo político, el despliegue ha sido interpretado con matices. Algunos sectores oficialistas lo presentan como un triunfo de la gestión sanitaria y un ejemplo de modernización estatal. En cambio, la oposición ha cuestionado la falta de una campaña comunicacional robusta y la ausencia de un plan integral que incluya educación sanitaria y seguimiento post-vacunación.
En definitiva, el fenómeno de la vacunación en estaciones de Metro no es solo una historia de logística y salud, sino un espejo donde se reflejan las tensiones de un país que busca avanzar en equidad sanitaria mientras lidia con la desconfianza ciudadana y la fragmentación social.
Las más de 295 puntos de vacunación públicos y privados en la Región Metropolitana, junto a más de 85 operativos extramuros, son un dato alentador, pero la verdadera prueba estará en la capacidad de las autoridades para construir confianza y diálogo con la ciudadanía, más allá del simple acceso.
Este episodio confirma que en Chile la salud pública es también un campo de batalla político y cultural, donde la eficacia de las políticas depende tanto de la infraestructura como de la legitimidad que logran construir en la sociedad.