La alianza estratégica entre América Latina y Europa: un vínculo en construcción con desafíos y promesas

La alianza estratégica entre América Latina y Europa: un vínculo en construcción con desafíos y promesas
Internacional
América Latina
2025-12-02
Fuentes
www.dw.com www.df.cl www.df.cl elpais.com www.latercera.com www.bbc.com es.wired.com elpais.com www.df.cl elpais.com www.bbc.com cambio21.cl cooperativa.cl ellibero.cl

- Compromiso político y económico entre dos regiones con valores compartidos y agendas de desarrollo sostenible.

- Ventajas comparativas de América Latina en recursos críticos y energías renovables.

- Debate político y social sobre la implementación de reformas y proyectos que buscan equilibrar crecimiento y sostenibilidad.

Un vínculo que se fortalece con cautela

En marzo de 2025, durante las Reuniones Anuales del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el comisario europeo Jozef Síkela afirmó que América Latina y Europa son "socios naturales" y destacó el fortalecimiento de su asociación. Este vínculo se fundamenta en un compromiso conjunto con la democracia, los derechos humanos y la sostenibilidad, además de una ambición compartida por impulsar la competitividad económica y liderar esfuerzos globales en energías renovables y digitalización.

Sin embargo, esta relación no está exenta de tensiones y desafíos. Por un lado, Europa busca diversificar sus fuentes energéticas tras el impacto económico de la guerra entre Rusia y Ucrania, mientras América Latina enfrenta la presión de equilibrar su riqueza en recursos naturales con la necesidad de desarrollo social y ambiental.

Perspectivas encontradas en la mesa del desarrollo

Desde la mirada europea, la estrategia Global Gateway pretende movilizar 300 mil millones de euros hasta 2027 para inversiones sostenibles en infraestructura, con un fuerte rol del sector privado. Esta iniciativa busca un impacto transformador en la vida de las personas, pero también ha generado cuestionamientos en América Latina sobre la soberanía y el control local de estos proyectos.

"No se trata solo de idear proyectos ambiciosos, sino de hacerlos bien", afirmó Síkela, enfatizando la necesidad de asociaciones resilientes y de largo plazo.

Por su parte, América Latina exhibe ventajas comparativas significativas. Ilan Goldfajn, presidente del BID, recordó que la región posee dos tercios del litio mundial y cerca del 40% del cobre, minerales críticos para la transición energética global. Además, destacó que Chile, con sus 30 tratados comerciales, tiene un papel estratégico en el comercio mundial y un potencial energético renovable que podría multiplicar por 70 su capacidad actual.

Pero este potencial choca con realidades internas. El ministro chileno de Economía, Nicolás Grau, subrayó la urgencia de reformas estructurales, como la reforma a los permisos sectoriales y la creación de la Agencia de Financiamiento de Inversión para el Desarrollo (Afide), ambas en discusión parlamentaria. Estas medidas buscan acelerar el desarrollo sostenible y la generación de empleos de calidad, aunque enfrentan resistencias políticas y sociales.

Voces ciudadanas y críticas sociales

Desde la sociedad civil, organizaciones ambientalistas y comunidades locales expresan preocupación por la velocidad y el enfoque de la inversión extranjera. Temen que la explotación intensiva de recursos críticos pueda reproducir patrones extractivistas que dañan ecosistemas y marginan a poblaciones indígenas y rurales.

Una representante de ONG ambiental señaló: "La clave está en que estos proyectos respeten los derechos territoriales y promuevan un desarrollo justo, no solo en cifras macroeconómicas".

En contraste, sectores empresariales valoran la alianza como una oportunidad para modernizar industrias, atraer capital y diversificar la economía regional.

Conclusiones y consecuencias visibles

A nueve meses de las declaraciones y compromisos en el BID, la relación entre América Latina y Europa se muestra como un escenario en construcción, donde convergen intereses estratégicos y tensiones legítimas. La alianza tiene el potencial de catalizar una transformación profunda en la región, siempre que se logre un equilibrio entre inversión, soberanía, justicia social y sostenibilidad ambiental.

El avance de reformas como las que impulsa Chile será un termómetro clave para medir si la ambición política se traduce en cambios concretos que beneficien a la mayoría y no solo a grupos privilegiados. La cooperación internacional, aunque necesaria, deberá ser acompañada de una mirada crítica y participativa que evite repetir errores del pasado.

En definitiva, el desafío está en que América Latina y Europa no solo sean socios naturales en discursos y acuerdos, sino en la construcción de un futuro compartido que reconozca la complejidad y diversidad de sus realidades.