Incendios forestales en la Región Metropolitana: Más incendios, menos superficie quemada

Incendios forestales en la Región Metropolitana: Más incendios, menos superficie quemada
Actualidad
Medioambiente
2025-12-02
Fuentes
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- Incremento en la cantidad de incendios durante la temporada 2024-2025.

- Reducción significativa del 43% en la superficie afectada comparado con el año anterior.

- Importancia creciente de la prevención comunitaria y mejor equipamiento en la respuesta.

La temporada de incendios forestales 2024-2025 en la Región Metropolitana ha mostrado una paradoja que invita a reflexionar sobre las dinámicas actuales de gestión ambiental y comunitaria. Los incendios registrados aumentaron de 482 a 716 casos, un salto del 48%, mientras que la superficie afectada se redujo en un 43%, pasando de 8.515 a 4.893 hectáreas. Este fenómeno no solo revela transformaciones en la naturaleza de los incendios, sino también la eficacia y los límites de las políticas públicas implementadas.

Claudio Orrego, gobernador de Santiago, afirmó que "estamos reaccionando mejor, más rápido, con mejor equipamiento, camiones aljibes y brigadas especializadas". En efecto, la inversión estatal en recursos para la extinción ha sido clave. Pero el cambio más notable ha sido la consolidación de un enfoque preventivo con protagonismo ciudadano: el programa "Comunidad Contra el Fuego", con una inversión de 400 millones de pesos, ha fortalecido redes de alerta temprana y educación ambiental, involucrando a más de 1.000 personas en brigadas digitales.

Desde una perspectiva crítica, esta estrategia comunitaria emerge en un contexto donde el cambio climático intensifica episodios de calor extremo y sequías prolongadas, factores que potencian el riesgo de incendios. Andrea Medina, directora (s) de Parquemet, señaló que "mantener la cantidad de incendios y reducir la superficie dañada es un logro, pero el objetivo real es llegar a cero incendios". Su declaración subraya la tensión entre avances y desafíos persistentes.

Las voces ciudadanas reflejan esta ambivalencia. Por un lado, existe orgullo por la organización comunitaria y el mayor compromiso social; por otro, preocupación por la fragilidad de los ecosistemas y la amenaza constante que representa el cambio climático. En sectores rurales y periurbanos, la prevención no es solo una tarea técnica, sino un acto de resistencia frente a un sistema que históricamente ha marginado estas zonas en la planificación ambiental.

Políticamente, el debate se ha polarizado entre quienes defienden la inversión en tecnología y equipamiento, y quienes reclaman un enfoque más integral que incluya la restauración ecológica y la justicia ambiental. Algunos sectores ecologistas advierten que sin abordar las causas estructurales —como la expansión urbana descontrolada y la gestión del territorio—, las mejoras en la respuesta serán solo paliativos temporales.

En definitiva, la temporada 2024-2025 en la RM ha sido un coliseo donde se enfrentan la naturaleza indómita, las capacidades humanas y las limitaciones institucionales. La reducción en hectáreas afectadas es un triunfo parcial, resultado de la coordinación entre Estado y comunidades, pero la multiplicación de incendios alerta sobre la persistencia de vulnerabilidades.

Lo que queda claro es que la prevención, la educación y la participación social son hoy pilares indispensables para enfrentar un futuro donde el fuego no es un accidente, sino una manifestación de un sistema en tensión con su entorno. La tragedia ajena que miramos desde la distancia nos convoca a repensar el vínculo entre ciudad, naturaleza y política ambiental en Chile.