Canadá declara fin de su antigua alianza con Estados Unidos: un giro que redefine el norte de América

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Internacional
América Latina
2025-12-02
Fuentes
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- Ruptura histórica en la relación bilateral entre Canadá y EE.UU.

- Nuevas estrategias económicas para reducir dependencia del vecino del sur.

- Tensiones diplomáticas y comerciales que marcan un antes y un después en la región.

El fin de una era. El 27 de marzo de 2025, el primer ministro canadiense Mark Carney anunció en Ottawa que la "antigua" relación con Estados Unidos ha terminado. Este abrupto quiebre, que ha madurado en los meses siguientes, no solo refleja un cambio en la política exterior canadiense, sino que también pone en jaque la estabilidad económica y geopolítica del norte del continente.

Carney, quien asumió el cargo tras la renuncia de Justin Trudeau, no se guardó críticas: 'Ya no es un socio confiable', sentenció. La declaración, que en su momento causó conmoción, ahora puede entenderse mejor en el contexto de una serie de aranceles impuestos por Washington — incluyendo un 25% sobre vehículos y piezas automotrices — y amenazas comerciales que han tensionado la relación bilateral.

Perspectivas encontradas: entre la defensa soberana y la incertidumbre económica

Desde el gobierno canadiense, la postura es clara y firme: 'Rechazo cualquier intento de debilitar a Canadá'. La estrategia se orienta a construir una "nueva economía" que reduzca "dramáticamente" la dependencia de Estados Unidos, buscando diversificar socios comerciales hacia mercados considerados más "fiables".

Sin embargo, esta visión no es unánime. Sectores empresariales y académicos en Canadá advierten sobre los riesgos de un distanciamiento tan pronunciado, dada la profunda integración histórica y logística entre ambas economías. Algunos analistas sostienen que la ruptura podría encarecer costos y generar incertidumbre en inversiones y cadenas productivas.

En Estados Unidos, la reacción oficial fue contenida, aunque círculos diplomáticos reconocen que la pérdida de confianza con Canadá representa un desafío para la política regional y para la estabilidad del Tratado de Libre Comercio Norteamericano revisado.

Voces ciudadanas y regionales: un mosaico de preocupaciones y esperanzas

En las provincias fronterizas y en sectores industriales afectados, la opinión pública se divide entre quienes apoyan un giro hacia la autonomía económica y quienes temen por la pérdida de empleos y la volatilidad en los precios.

Por su parte, grupos indígenas y organizaciones sociales han visto en el distanciamiento una oportunidad para exigir mayor control sobre sus territorios y recursos, en un contexto donde las políticas federales podrían reorientarse.

Constataciones y consecuencias visibles

A nueve meses del anuncio de Carney, el escenario muestra que la relación Canadá-Estados Unidos ha entrado en una fase de redefinición compleja y multifacética. La ruptura no es solo simbólica, sino que implica ajustes económicos, diplomáticos y sociales que ya impactan en la región.

Queda claro que la confianza, una vez fracturada, es difícil de restaurar. La llamada entre Carney y el presidente estadounidense, esperada inicialmente como un gesto de acercamiento, se ha pospuesto varias veces, evidenciando la tensión persistente.

En definitiva, el giro canadiense marca un precedente en la política exterior norteamericana y en la dinámica continental, invitando a una reflexión profunda sobre las alianzas, la soberanía y los intereses nacionales en un mundo cada vez más interdependiente y volátil.