Temblor en Chile: ¿Un aviso o una rutina sísmica? La calma tras la réplica que reactivó temores

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Actualidad
Conflictos sociales
2025-12-02
Fuentes
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- Frecuencia y magnitud moderada de los movimientos sísmicos en marzo 2025.

- Diferentes reacciones sociales y políticas, desde la prevención hasta el escepticismo.

- Impacto en la percepción de seguridad y la gestión de riesgos en zonas vulnerables.

El pasado 28 de marzo de 2025, Chile volvió a sentir la sacudida habitual que caracteriza su posición geográfica en el límite de las placas tectónicas de Nazca y Sudamericana. En esa jornada, el Centro Sismológico Nacional de la Universidad de Chile reportó dos movimientos significativos: un sismo de magnitud 2.7 a 24 km al suroeste de Huasco y otro de igual magnitud a 87 km al oeste de Tongoy, ambos a profundidades relativamente moderadas.

Estos eventos, aunque catalogados como menores dentro de la escala sísmica, reavivaron el debate sobre la preparación y la percepción ciudadana frente a la constante amenaza que representa la actividad sísmica en el país.

Desde la óptica oficial, el Servicio Nacional de Prevención y Respuesta ante Desastres (Senapred) reiteró sus recomendaciones para actuar ante un eventual terremoto de mayor intensidad, enfatizando la importancia de la información y la preparación como herramientas clave para mitigar daños.

Sin embargo, la sociedad chilena exhibe una pluralidad de respuestas. En regiones como Atacama y Coquimbo, donde los movimientos fueron sentidos, algunos sectores manifiestan una creciente fatiga ante la constante alerta sísmica, que se traduce en una suerte de normalización o incluso escepticismo sobre el riesgo real. “Es como vivir con un reloj que siempre está sonando, pero que rara vez marca una alarma verdadera”, comenta un vecino de Huasco.

En contraste, organizaciones civiles y expertos en gestión de riesgos advierten que esa misma normalización puede ser peligrosa, ya que disminuye la capacidad de respuesta efectiva ante un sismo mayor. El debate se extiende a la esfera política, donde algunos actores reclaman mayores inversiones en infraestructura resistente y educación ciudadana, mientras otros apuntan a la necesidad de fortalecer los sistemas de alerta temprana y coordinación interinstitucional.

Este cuadro complejo se enmarca en la historia sísmica del país, donde eventos mayores han dejado huellas profundas, tanto en la memoria colectiva como en la configuración de políticas públicas. La reciente actividad sísmica, aunque leve, funciona como un recordatorio tangible de esa vulnerabilidad permanente.

Al mirar hacia adelante, la verdad ineludible es que Chile no puede permitirse ni la complacencia ni el alarmismo desmedido. La gestión del riesgo sísmico requiere un equilibrio delicado entre la preparación constante y la comprensión racional del fenómeno. En definitiva, la réplica de marzo 2025 confirma que el país está en una encrucijada: avanzar en resiliencia o seguir a merced de la incertidumbre.

Fuentes consultadas incluyen reportes del Centro Sismológico Nacional de la Universidad de Chile y comunicados oficiales de Senapred, junto con testimonios de residentes y análisis de expertos en gestión de riesgos.