
En la madrugada del domingo 30 de marzo de 2025, Santiago despertó bajo la lluvia después de un prolongado periodo seco que alcanzó 158 días sin precipitaciones medibles. Este fenómeno, anticipado por el meteorólogo Jaime Leyton Aguirre, no solo significó un respiro para la vegetación y los embalses, sino que también reactivó una discusión que lleva años gestándose en el país: la gestión del agua en un contexto de cambio climático y crecimiento urbano.
El evento meteorológico fue notable por su extensión, afectando casi toda la zona central del país, con lluvias que se prolongaron hasta la mañana del domingo y acumulados considerables, aunque sin alcanzar niveles extremos. Leyton Aguirre explicó que, pese a que las precipitaciones no superaron los 10 milímetros en Santiago, su relevancia radicó en cortar la racha de déficit hídrico que preocupaba a expertos y ciudadanos por igual.
Desde el gobierno, la ministra de Medioambiente destacó el episodio como una oportunidad para reforzar las políticas de conservación y uso eficiente del recurso. “Estas lluvias nos recuerdan que el agua es un bien escaso y debemos prepararnos para su manejo responsable, incorporando la ciencia y la innovación en nuestra gestión”, señaló en una conferencia posterior.
Sin embargo, no todos comparten esta visión optimista. Organizaciones sociales y expertos en recursos hídricos advierten que el alivio es temporal y que la crisis estructural persiste. Para ellos, el fenómeno expone las falencias en planificación y la falta de infraestructura adecuada para captar y almacenar agua.
“No podemos depender de eventos aislados para garantizar el suministro. La sequía prolongada es la nueva normalidad y requiere una reforma profunda en la gestión del agua, que incluya a las comunidades y respete los derechos territoriales”, afirmó la académica y activista ambiental María Paz Herrera.
En paralelo, sectores agrícolas manifestaron su preocupación por la incertidumbre climática y la necesidad de apoyo estatal para adaptarse a condiciones cada vez más variables. El presidente de la Federación Nacional de Productores Agrícolas declaró que “estas lluvias son un respiro, pero la sequía golpea con fuerza y sin un plan claro, el futuro es incierto para miles de familias del campo”.
A casi nueve meses de ocurrido el evento, la evidencia muestra que la lluvia de marzo no resolvió la crisis hídrica, pero sí abrió un espacio de diálogo más urgente y plural. Los embalses en la Región Metropolitana experimentaron una leve recuperación, aunque insuficiente para garantizar la seguridad hídrica a mediano plazo.
Además, la experiencia dejó claro que la adaptación a la sequía debe ser multidimensional: desde la innovación tecnológica en el riego y almacenamiento, hasta cambios en los patrones de consumo y la gobernanza del agua, incluyendo la participación ciudadana.
Por último, esta historia confirma que el cambio climático no es un escenario lejano, sino una realidad que Chile enfrenta con tensiones y desafíos que atraviesan lo político, lo social y lo ambiental. La lluvia que cayó en marzo fue solo un acto en una tragedia mayor que aún está en desarrollo, donde cada actor juega su papel y el público observa, expectante, el desenlace.
Fuentes: Megatiempo, declaraciones oficiales del Ministerio de Medioambiente, entrevistas a expertos y representantes sociales, análisis de la Universidad de Chile y reportes de la Federación Nacional de Productores Agrícolas.
2025-10-24
2025-09-02