
En medio de un conflicto que ha dejado más de 50 mil muertos y una devastación profunda, la Franja de Gaza fue escenario en marzo de 2025 de una protesta inédita contra Hamás, el grupo islamista que gobierna el enclave desde 2007. Miles de palestinos se congregaron en distintas zonas del norte de Gaza, especialmente en Beit Lahia y Shujaiya, para expresar su rechazo a Hamás y exigir el fin de la guerra.
“¡Ya está bien, queremos a Hamás fuera!”, “¡Queremos recuperar nuestras vidas!”, “¡Paren la guerra!”, fueron algunos de los cánticos que resonaron durante las manifestaciones, según reportes recogidos por agencias internacionales como EFE y la BBC. Estas voces emergen desde un pueblo cansado de la violencia, la muerte y el bloqueo israelí que estrangula la ayuda humanitaria.
El fenómeno no es menor: por primera vez desde el inicio del conflicto, la población palestina en Gaza se levanta contra quienes ostentan el poder de facto, cuestionando no solo la gestión del conflicto con Israel, sino también la legitimidad de un liderazgo que, según los manifestantes, está ausente y desconectado. Mohammed Diab, un joven participante, resumió el sentir popular: “Nos negamos a morir por nadie, ni por los planes de ningún partido ni por los intereses de estados extranjeros. Hamás debe dimitir y escuchar la voz que surge de debajo de los escombros”.
La protesta también refleja una disonancia cognitiva profunda entre la dirigencia y la ciudadanía. Mientras los líderes de Hamás residen en la diáspora, en países como Catar o Jordania, la población civil soporta las consecuencias del conflicto y el bloqueo, un aislamiento que agrava la crisis humanitaria y social.
En el tablero regional, Israel no se ha mantenido al margen. El ministro de Defensa israelí, Israel Katz, alentó públicamente a las protestas contra Hamás, señalando que la salida del grupo islamista es la única vía para detener la guerra y liberar a los israelíes secuestrados. Esta postura ha sido criticada por sectores que ven en el apoyo israelí una instrumentalización de las demandas palestinas internas.
Desde la perspectiva internacional, la protesta ha sido interpretada como una señal de la creciente fractura dentro de la sociedad palestina y un llamado urgente a repensar las estrategias de poder y resistencia. Organismos como la ONU han destacado la gravedad del escenario humanitario, y la reducción de personal en Gaza por razones de seguridad evidencia la complejidad y peligrosidad del contexto.
En Chile, la comunidad palestina ha denunciado amenazas y actos de islamofobia, visibilizando cómo los conflictos internacionales repercuten en la convivencia local y la percepción social.
Conclusiones y consecuencias:
Este levantamiento ciudadano en Gaza no solo es un episodio más en un conflicto que parece interminable, sino un síntoma de desgaste político y social que podría abrir nuevas dinámicas en la región. La voz de quienes sufren, silenciada por años, ha emergido con fuerza, cuestionando tanto a Hamás como a las políticas externas que perpetúan la violencia.
El desafío ahora es cómo se articularán estas demandas internas con las fuerzas regionales e internacionales, y si este despertar popular podrá traducirse en cambios reales que permitan a la población palestina recuperar sus vidas, en medio de un conflicto que ha cobrado demasiadas víctimas.
La historia de Gaza en 2025 es, en definitiva, la tragedia de un pueblo dividido entre el poder, la guerra y la esperanza por la paz.