La tormenta Shein en Francia y su reverberación en América Latina: un choque entre consumo, ética y regulación
Un gigante bajo fuego en la capital mundial de la moda. A inicios de noviembre de 2025, Shein abrió su primera tienda física en París, en los emblemáticos almacenes BHV Marais, un movimiento que desató una tormenta de críticas y acciones legales. La llegada del gigante chino del "fast fashion" no solo provocó el rechazo de comerciantes locales, que lo acusan de competencia desleal, sino que también reavivó un debate global sobre la sostenibilidad, la ética y la responsabilidad en la industria textil.
Un fenómeno que trasciende fronteras
La polémica no se limita a Francia. En América Latina, el impacto de Shein y otras plataformas similares como Temu o Aliexpress ha sido exponencial. Por ejemplo, Argentina registró un aumento del 237% en compras vía estas plataformas durante 2025, según datos oficiales. Este crecimiento ha llevado a países de la región a impulsar medidas regulatorias para proteger sus industrias locales y mitigar daños sociales y ambientales.
Javier Guevara, investigador jurídico de la Universidad Externado de Colombia, señala que 'la ley francesa contra el ultra fast fashion abrió un debate global, pero la región responde a un contexto donde el sector textil es responsable del 10% de las emisiones de gases de efecto invernadero'. En este sentido, Chile destaca como el país más avanzado de la región, con leyes que incluyen responsabilidad extendida del productor para reducir residuos textiles.
Voces en pugna: consumidores, comerciantes y activistas
En Francia, la apertura de la tienda física de Shein fue vista por algunos como una provocación. Pierre Condamine, de la ONG Les Amis de La Terre, explica que 'Shein busca legitimarse en un momento en que enfrenta leyes que buscan regular su modelo dañino'. La reacción de los comerciantes fue inmediata: denuncias por competencia desleal y la salida de marcas de lujo del edificio donde se instaló Shein.
Por otro lado, consumidores como Manel defienden la accesibilidad que ofrece la marca: 'Shein permite comprar ropa asequible y ahorrar, aunque genera una brecha entre lujo y lo barato'. En Latinoamérica, jóvenes como Dayana admiten la conveniencia y confianza en estas plataformas, impulsadas por la publicidad en redes sociales, que ha transformado los hábitos de consumo.
La cara oculta del "fast fashion"
Activistas y expertos denuncian las condiciones laborales precarias y el impacto ambiental de Shein. Mathilde Pousseo, de Ethique sur l’étiquette, alerta que 'los bajos precios se traducen en vulneración de derechos laborales y uso de materiales contaminantes como disruptores endocrinos y PFAS'. Organizaciones como Public Eye han documentado jornadas laborales de hasta 75 horas semanales y salarios bajos en la cadena de producción.
Sin embargo, la trazabilidad es un desafío: 'Es difícil regular y rastrear la procedencia de las prendas, ya que Shein realiza grandes pedidos y redistribuciones que complican el control', añade Guevara.
Un dilema moral en tiempos de crisis
Olivier Urrutia, delegado del comercio cooperativo en Francia, sintetiza el conflicto: 'Los consumidores están atrapados entre el dilema moral de respetar derechos y medio ambiente, y la necesidad económica de comprar barato'. Esta tensión se acentúa en un contexto de crisis económica global, donde el poder adquisitivo cae y las decisiones de compra se vuelven más complejas.
Regulación como punto de inflexión
Francia ha ido más allá, solicitando la suspensión temporal de Shein por la venta de productos ilícitos como muñecas para adultos con apariencia infantil y armas prohibidas, y presionando a la Unión Europea para abrir investigaciones formales. En Latinoamérica, países como Argentina, Colombia, Ecuador y México avanzan en medidas impositivas y arancelarias para frenar el impacto del "fast fashion" en sus mercados y comunidades.
Constataciones finales
La saga Shein revela un choque frontal entre un modelo de consumo acelerado y barato, y las demandas crecientes por ética, sostenibilidad y justicia social. Mientras la regulación avanza tímidamente, la decisión última recae en consumidores que enfrentan una disonancia cognitiva: ¿es posible comprar como un acto político en un mercado globalizado y desigual?
La historia de Shein, desde París hasta América Latina, es un espejo de las tensiones contemporáneas entre economía, cultura y valores sociales. Más allá de la polémica inmediata, invita a una reflexión profunda sobre el costo real de la moda rápida y el rol que cada actor —desde gobiernos hasta ciudadanos— debe jugar para transformar este escenario.