
En el corazón de una de las regiones más conflictivas del mundo, un fenómeno poco habitual ha tomado fuerza: las masivas protestas de palestinos en Gaza contra Hamas, el grupo islamista que gobierna la Franja desde hace años. Este estallido social, ocurrido a fines de marzo de 2025, ha revelado una fractura interna que hasta ahora había permanecido en las sombras del conflicto con Israel.
El origen de estas manifestaciones se ancla en una combinación de factores que, con el tiempo, han ido erosionando el apoyo popular a Hamas. Por un lado, la devastación causada por los recientes enfrentamientos con Israel ha profundizado la crisis humanitaria y económica en Gaza, incrementando el desempleo y la precariedad. Por otro lado, un sector significativo de la población acusa a Hamas de priorizar su control político y militar por sobre las necesidades civiles, lo que ha generado un rechazo creciente.
Desde la perspectiva política, analistas como Cristina Cifuentes de La Tercera señalan que "Hamas se aferra al poder, incluso cuando la población exige un cambio que alivie su sufrimiento". Esta mirada es compartida por voces internas que critican la falta de apertura y la represión a manifestantes, mientras que sectores más afines a Hamas defienden su rol como única fuerza capaz de resistir la ocupación israelí.
Regionalmente, la reacción ha sido diversa. Algunos países árabes y organizaciones internacionales han expresado preocupación por la estabilidad en Gaza y han llamado a un diálogo interno, mientras que otros actores mantienen su apoyo a Hamas como representante legítimo del pueblo palestino. Esta dicotomía refleja la complejidad del tablero político en Medio Oriente, donde las alianzas y rivalidades son fluidas y multifacéticas.
En el terreno social, las protestas han dado voz a jóvenes y ciudadanos comunes que, por primera vez en años, desafían abiertamente al liderazgo local. Las demandas van más allá de lo político: piden servicios básicos, seguridad y un futuro menos sombrío. Esta insatisfacción ha generado un debate intenso sobre el camino a seguir para Gaza y la viabilidad de un cambio desde dentro.
Tras meses de manifestaciones, represión y negociaciones, la situación en Gaza permanece tensa, pero ha dejado en claro que el ciclo de violencia no solo se libra contra Israel, sino también en el interior mismo de la Franja. Lo que parecía un frente unido contra un enemigo externo se revela ahora como un escenario donde la lucha por el poder, la supervivencia y la dignidad se entrecruzan.
En conclusión, las protestas en Gaza contra Hamas evidencian una crisis profunda que desafía la narrativa tradicional del conflicto palestino-israelí. La fractura interna y el descontento social plantean interrogantes sobre el futuro político y humanitario de la región. La verdad ineludible es que, mientras la población sufre las consecuencias de un conflicto prolongado, las soluciones deberán considerar no solo la dimensión externa, sino también las tensiones internas que ahora salen a la luz.