Rusia intensifica ataques en Ucrania tras fallidas negociaciones: La guerra que no cesa pese a la diplomacia
Un conflicto que se rehúsa a extinguirse. Desde la primera ronda de negociaciones celebrada en Arabia Saudita a comienzos de marzo de 2025, Rusia ha incrementado sus ataques con drones contra Ucrania, desdibujando cualquier esperanza inmediata de paz. La ofensiva nocturna del 26 de marzo, que incluyó el lanzamiento de 86 drones de largo alcance —entre ellos 42 Shahed y 26 drones réplica— dejó daños en ciudades como Járkov, Sumy, Dnipropetrovsk y Chernígov, además de heridos civiles. De estos aparatos, 42 fueron derribados por la defensa ucraniana, pero al menos 18 alcanzaron sus objetivos.
El telón de fondo: una tregua rota y desconfianza mutua. Las negociaciones, auspiciadas por Estados Unidos, buscaban un alto el fuego naval y una tregua energética que no lograron consolidarse. El Kremlin condicionó la tregua en el Mar Negro al levantamiento de sanciones occidentales sobre su sector agrícola, una demanda que Washington y sus aliados rechazaron. Por su parte, Kiev acusa a Moscú de usar la tregua como una maniobra para ganar tiempo y continuar la ofensiva, mientras que Rusia denuncia ataques ucranianos que, según Moscú, violan los acuerdos.
Voces desde el campo de batalla y la política. El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, ha denunciado que 'las ciudades normales de Ucrania, como Járkov o Dnipró, viven bajo el constante miedo de ataques con drones que no deberían ocurrir'. Su llamado a mantener la presión internacional y las sanciones busca forzar un alto el fuego incondicional que hasta ahora Moscú ha rechazado. El jefe de la oficina presidencial ucraniana, Andrí Yermak, enfatiza que 'los anhelos de paz se traducen en imágenes distintas en Rusia y Ucrania; mientras Kiev sufre ataques indiscriminados, Moscú continúa su ofensiva'.
Desde la perspectiva rusa, el gobierno insiste en que sus acciones son una respuesta a provocaciones y que la seguridad nacional está en juego. Sin embargo, expertos internacionales y organismos de derechos humanos han documentado el impacto devastador sobre la población civil, que se ve atrapada en una guerra que no encuentra salida.
Impactos regionales y globales. La prolongación del conflicto ha tensado las relaciones internacionales y afectado los mercados energéticos y alimentarios, dado que Ucrania y Rusia son proveedores clave. La inseguridad en la región del Mar Negro también ha generado preocupación en países vecinos y en la OTAN, que observa con cautela los movimientos de Moscú.
Conclusiones a seis meses de la primera ronda de negociaciones. La escalada de ataques tras los intentos fallidos de diálogo evidencia que la guerra no solo es una confrontación militar, sino también un choque geopolítico con profundas raíces en la desconfianza y los intereses estratégicos. Las sanciones occidentales se mantienen firmes, mientras que Rusia persiste en su ofensiva, prolongando el sufrimiento civil. La diplomacia, hasta ahora, no ha logrado doblegar la voluntad de ninguno de los bandos, dejando a la población ucraniana en una espera amarga y a la comunidad internacional en un limbo de incertidumbre.
Este conflicto muestra que, más allá de las palabras y las negociaciones, la realidad en terreno es una tragedia cotidiana, donde la esperanza de paz se enfrenta a la brutalidad del poder y la resistencia.