
Un ultimátum que sacude a Caracas y Washington
El 21 de noviembre de 2025, el expresidente estadounidense Donald Trump comunicó a Nicolás Maduro un plazo hasta el viernes 28 para abandonar la presidencia de Venezuela. Esta exigencia, revelada días después por agencias internacionales, no solo marcó un punto de inflexión en la ya tensa relación bilateral, sino que abrió un nuevo capítulo en la crisis venezolana que se arrastra desde hace años.
Desde Washington, la administración Trump endureció su postura al cerrar por completo el espacio aéreo venezolano y considerar opciones militares, mientras que en Caracas, Maduro reapareció públicamente para reafirmar su permanencia en el poder y rechazar cualquier salida pactada.
Perspectivas enfrentadas: Estados Unidos, Venezuela y la región
Desde la óptica estadounidense, la demanda de salida inmediata responde a la acusación de "narcoterrorismo" contra Maduro y su entorno, y a la reciente designación del llamado "cartel de los Soles" como organización terrorista extranjera. Estas medidas buscan aislar y presionar al régimen chavista, que Washington considera ilegítimo y una amenaza para la estabilidad regional.
Según fuentes de El País, Trump ofreció inicialmente garantías de seguridad para Maduro en un eventual exilio, pero la falta de respuesta y el incumplimiento del ultimátum llevaron a cancelar esa oferta.
Por su parte, el gobierno venezolano, a través de Maduro y su partido, ha cerrado filas en torno a la figura del presidente, intensificando la retórica revolucionaria y preparando reformas constitucionales para "fortalecer el poder popular". La vicepresidenta Delcy Rodríguez aparece como figura clave para una posible transición, aunque sin señales claras de un acuerdo con Washington.
En la región, países vecinos y actores internacionales observan con preocupación el aumento de tensiones. Mientras algunos gobiernos apoyan la presión estadounidense, otros advierten sobre el riesgo de una escalada militar y un impacto humanitario aún mayor.
Voces ciudadanas y el desgaste interno
En Venezuela, la ciudadanía vive una mezcla de cansancio, miedo y resignación. Las sanciones internacionales y la crisis económica han profundizado la precariedad, mientras que la polarización política se mantiene intacta. Algunos sectores opositores critican la falta de unidad y la falta de una estrategia clara para enfrentar el régimen, mientras que simpatizantes del chavismo defienden la soberanía y denuncian la injerencia extranjera.
Verdades y consecuencias que se imponen
El ultimátum de Trump no solo confirma la fragilidad del régimen de Maduro, sino que también evidencia la complejidad de una crisis que no se resuelve con imposiciones unilaterales. La ausencia de un acuerdo y la respuesta desafiante del chavismo anticipan una prolongación del conflicto, con riesgos de nuevas sanciones, aislamiento y posibles acciones militares limitadas.
Este episodio expone además la dificultad de la comunidad internacional para encontrar una salida consensuada que contemple la realidad política venezolana, la urgencia humanitaria y la estabilidad regional.
El desafío ahora es cómo evitar que esta tragedia política y social se profundice, y qué papel jugarán los actores internos y externos en la búsqueda de un camino que no sea solo la confrontación o la perpetuación del statu quo.
En definitiva, la historia venezolana entra en una nueva fase, donde la tensión y la incertidumbre dominan el escenario, y donde el desenlace sigue siendo incierto para todos los protagonistas y para quienes observan desde fuera.
2025-11-28