Candidatos presidenciales menos votados en Chile: ¿Qué revela su historia sobre la democracia? : Más allá del porcentaje, la complejidad de la representación política

Candidatos presidenciales menos votados en Chile: ¿Qué revela su historia sobre la democracia? : Más allá del porcentaje, la complejidad de la representación política
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Política
2025-12-02
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- Candidaturas testimoniales que desafían el sistema electoral.

- Diversidad de orígenes y motivaciones de aspirantes presidenciales.

- Debate sobre legitimidad y representatividad en la política chilena.

Una historia de votos mínimos que interpela la esencia misma de la democracia chilena. Desde la recuperación democrática, Chile ha visto un abanico amplio de candidatos presidenciales que, pese a sus esfuerzos, han obtenido porcentajes marginales de apoyo popular. Tomás Jocelyn-Holt, en 2013, consiguió solo el 0,19% de los votos, cifra que lo posiciona como uno de los menos votados en la historia reciente. Pero su caso no es aislado. Eduardo Artés, en sus distintas candidaturas, no superó el 1,5%, y otros nombres como Cristián Reitze, Arturo Frei Bolívar y Sara Larraín también han navegado en aguas electorales con apoyo reducido, a menudo por debajo del 1%.

La multiplicidad de miradas: ¿fracaso, testimonio o desafío?

Desde la derecha hasta la izquierda más radical, pasando por ecologistas e independientes, la gama de candidatos con baja votación refleja una pluralidad que no siempre se traduce en representación efectiva. Para algunos, estas candidaturas son vistas como aventuras testimoniales, un acto simbólico que busca poner temas en la agenda más que ganar la elección. “Es difícil saber el motivo que tienen los más de cien inscritos para levantar una candidatura presidencial en el Servel. En algunos casos tendrán una propuesta para el país, en otros casos será por cuestiones más coyunturales...”, señaló Tomás Hirsch, ex candidato y parlamentario, a La Tercera.

Por otro lado, voces críticas advierten que el sistema electoral y el alto número de candidaturas pueden generar confusión y trivializar el proceso democrático. Sin embargo, también se reconoce que la democracia debe permitir que cualquier persona pueda postularse, un derecho constitucional que fortalece la pluralidad, aunque a veces se traduzca en resultados marginales.

Impacto regional y social: ¿quiénes son estos candidatos?

Muchos de estos aspirantes provienen de movimientos sociales, ecologistas, o sectores marginados de la política tradicional. Roxana Miranda, por ejemplo, representante de los deudores habitacionales, logró un 1,24% en 2013, un reflejo de demandas sociales específicas que no encuentran espacio en los grandes bloques políticos. Otros, como Manfred Max-Neef, trajeron al debate la agenda ambiental con un 5,55% en la misma elección, mostrando que incluso candidaturas con baja votación pueden influir en la conversación pública.

La tragedia y la comedia del coliseo electoral

Estas candidaturas, muchas veces invisibles para el gran público, protagonizan una especie de drama político donde el escenario es la papeleta y el público, la ciudadanía. Algunos luchan con convicción y recursos limitados, otros parecen más bien figuras anecdóticas o símbolos de frustración. “Yo no quería estar mirando este cuadro y lamentar no haberlo hecho (inscribirse)”, confesó Jocelyn-Holt, evidenciando la tensión entre la vocación política y la realidad del voto.

Constataciones finales

La historia de los candidatos presidenciales menos votados en Chile revela una democracia que, aunque plural y abierta, enfrenta desafíos para canalizar efectivamente la diversidad política. La baja votación no siempre implica irrelevancia; muchas veces, estas candidaturas son un termómetro de demandas sociales no atendidas o una crítica al sistema político vigente. Sin embargo, la proliferación de candidaturas con escaso respaldo también pone en jaque la claridad del debate electoral y la capacidad de los votantes para discernir opciones viables.

Este fenómeno invita a reflexionar sobre la necesidad de mecanismos que equilibren la apertura democrática con la calidad de la representación, sin sacrificar la diversidad ni el derecho a participar. En definitiva, el coliseo electoral chileno sigue siendo un espacio donde se enfrentan no solo candidatos, sino también las tensiones profundas de una sociedad en constante búsqueda de identidad política y justicia social.

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Fuentes: La Tercera (2025), declaraciones de Tomás Hirsch y análisis histórico electoral.