
Hace casi tres décadas, un grupo de científicos chilenos emprendió una cruzada silenciosa que hoy se asoma como una posible tabla de salvación para la industria local de aserraderos, amenazada por una crisis que ya cobró más de 170 cierres y pone en riesgo 30 mil empleos.
El GloNi, una innovación genética desarrollada en la Región del Biobío por el centro de I+D Bioforest de Arauco, es un híbrido entre Eucalyptus Nitens y Eucalyptus Globulus que combina rápido crecimiento, resistencia climática y calidad de fibra, atributos clave para la producción sostenible y rentable de celulosa. Este árbol no solo crece con mayor plasticidad frente a enfermedades y estrés hídrico —un desafío creciente en plena crisis climática— sino que también reduce la cantidad de madera necesaria para producir una tonelada de celulosa, generando un beneficio industrial directo.
Sin embargo, la historia del GloNi no es solo la de un avance científico. Es también la tragedia de un sector PYME que lucha por sobrevivir en un escenario donde la innovación choca con la realidad económica y política.
Más de 800 aserraderos pequeños y medianos, ubicados principalmente en comunas rurales, enfrentan un futuro incierto debido a la falta de recursos para reforestar tras los incendios de 2017 y 2023. Michel Esquerré, presidente de la Asociación de Pequeños y Medianos Industriales de la Madera (Pymemad), describe una industria en estado de emergencia: "Los pequeños y medianos propietarios no tienen la capacidad financiera de volver a plantar si hay un incendio, esa es la realidad de nuestro sector".
Desde el vivero Los Tilos en Chillán, Jorge López confirma que la reproducción vegetativa del GloNi es más compleja y costosa: 'El costo de la planta es tres veces superior al del Eucalyptus Nitens y eso constituye una barrera para los pequeños productores.' Claudio Balocchi, investigador senior de Bioforest, añade que "los pequeños productores buscan plantar lo más barato posible", lo que limita la expansión de esta innovación.
Aquí emerge el conflicto central: la innovación tecnológica está lista para escalar, pero la política pública aún no ha diseñado un puente financiero efectivo para que los pequeños y medianos propietarios puedan adoptarla. El reciente anuncio de incentivos a la reforestación por parte del Ministerio de Economía ha sido recibido con cautela por el sector.
"No queremos que el beneficio sea genérico, sino que reconozca la diferencia entre plantar material sin mejora y variedades como el GloNi que aportan productividad real", señala Balocchi, alineado con las demandas de las Pymes.
Este llamado a una política diferenciada es un reflejo de la fragmentación y complejidad que atraviesa el sector forestal chileno, donde la urgencia económica, la sustentabilidad ambiental y la innovación tecnológica deben converger para evitar un colapso mayor.
Desde una perspectiva política, la disputa también refleja tensiones entre enfoques de corto y largo plazo. Mientras el gobierno actual intenta corregir el abandono histórico del sector, las Pymes exigen medidas concretas que permitan no solo sobrevivir, sino también prosperar con nuevas tecnologías. La paradoja es clara: en un país donde plantar un árbol es una inversión que tarda veinte años en dar frutos, la falta de apoyo inmediato puede condenar a generaciones enteras a la precariedad.
El GloNi, nacido en el Biobío y reconocido internacionalmente, es una innovación chilena de clase mundial que podría cambiar el destino de la industria maderera local si logra superar la barrera del financiamiento. Sin embargo, sin un subsidio o incentivo que reduzca el costo de entrada para los pequeños propietarios, esta tecnología corre el riesgo de quedarse confinada a grandes actores, profundizando la desigualdad dentro del sector.
La historia del GloNi es, por tanto, un relato de esperanza y frustración, donde la ciencia y la política se enfrentan en un coliseo invisible, mientras miles de familias esperan que la tragedia no se convierta en catástrofe definitiva.
En conclusión, la innovación genética representa un avance indiscutible que puede transformar la productividad y sustentabilidad del sector forestal chileno. Sin embargo, la verdadera prueba será si las políticas públicas y el financiamiento logran acompañar esta transformación para que el GloNi no sea un privilegio exclusivo, sino una herramienta de supervivencia para las Pymes y las comunidades rurales que sustentan la industria.
Fuentes consultadas: Diario Financiero, declaraciones de Michel Esquerré (Pymemad), entrevistas con Claudio Balocchi y Jorge López, análisis sectorial de Bioforest y reportes del Ministerio de Economía.